Foto: José Cuevas/Síntesis

 

«Me arrepiento y creo en el evangelio» repitió cada feligrés antes que el párroco dibujara una cruz de ceniza en su frente.

Con este acto inicia la Cuaresma en la parroquia de la Asunción en Pachuca y en todos los templos católicos de México y buena parte del mundo.

La liturgia arrancó después de las 13:00 horas con el padre José Natalio Ortega recriminando el catolicismo de ocasión e invitando a la liturgia cada domingo, no sólo en ocasiones especiales.

El templo erigido en el siglo XV es un oasis fresco ante las inclemencias del sol, sus paredes retumban los Salmos según San Mateo antes de que humanos de todas las edades formen dos filas para la imposición de la ceniza.

Apresurados para ser de los primeros, tres niños de primaria sortean bancas de madera y cuerpos amontonados en los pasillos.

Unos segundo después el caos de cuerpos ha formado dos hileras con los niños en medio que no lograron colarse al principio.

A diferencia de otras celebraciones, la iglesia apenas está llena; el sacramento es pronunciado con celeridad, y también con rapidez se acorta la fila.

Católicos de ocasión y de diario abandonan el templo ya con la Cruz de ceniza, signo de la caducidad humana, arrepentimiento y conversión.