Puerto Rico tendrá una nueva oportunidad, con más experiencia y ante otro rival. La encarará también con un distinto color de cabello, recordatorio de que la unidad y la determinación no se negocian.

La revancha se tiñe de rubio.

Por segunda vez consecutiva, la selección boricua avanzó al encuentro por el título del Clásico Mundial de Béisbol, tras superar el lunes 4-3 a Holanda en una semifinal que requirió de 11 innings para dirimirse.

Eddie Rosario elevó un globo corto de sacrificio al jardín central para remolcar a Carlos Correa con la carrera de la victoria.

La selección boricua se medirá el miércoles por el cetro mundial al bicampeón Japón o a Estados Unidos, también en el Dodger Stadium. Puerto Rico buscará dar el paso que le faltó en 2013, cuando sucumbió 3-0 ante República Dominicana en la final.

Correa tenía apenas 17 años cuando Puerto Rico perdió aquella final, de la que fue distante espectador. Ahora su aporte ha sido clave.

«Cuando pienso en esto me emociono, trato de calmarme, respirar hondo y concentrarme en lo que hago», reconoció. «Es algo que ensayamos diariamente, así que vamos a hacer bien las cosas al final».

Los boricuas, que se tiñeron las cabelleras para disputar este torneo en una muestra de unión, saltaron sin parar una vez que concluyó el tenso duelo de 4 horas y 19 minutos.

Y en el graderío, numerosos fanáticos vestidos de rojo, blanco y azul desataron la escandalera con cencerros, maracas, trompetas y silbatos.

Kike Hernández, quien juega para los Dodgers de Los Ángeles, enarboló una bandera de Puerto Rico, y corrió por todo el terreno. Lo mismo hizo Hiram Burgos.

«Esto significa mucho, porque los puertorriqueños pasamos actualmente por una situación muy difícil, y nosotros podemos unir al país», consideró Correa, quien disparó un vuelacerca de dos carreras en el primer inning. T.J. Rivera sonó otro en solitario con dos outs en el segundo, para dar la ventaja provisional de 3-2 a Puerto Rico.

Pero el duelo requirió que se aplicara la regla que coloca a corredores en primera y segunda por cada equipo a partir de la undécima entrada, a fin de agilizar el desempate.

Y los boricuas, a diferencia de Holanda, aprovecharon su oportunidad. Han superado a sus rivales por 55-18 y marchan con una foja de 7-0.

Con la casa llena, Curt Smith pegó un roletazo para doble matanza, con lo que Puerto Rico conjuró la amenaza holandesa en la parte alta de la undécima entrada. En total, Puerto Rico convirtió tres veces el doble play en el encuentro.

La labor defensiva de Yadier Molina como receptor salvó a Puerto Rico de un potencial grand slam en el primer inning. Un cuadrangular de Wladimir Balentien ayudó a que Holanda tomara la ventaja sólo por 2-0.

Fue uno de los pocos momentos en que los seguidores vestidos de anaranjado en el graderío pudieron celebrar.

Jorge López permitió un sencillo de Andrelton Simmons sin outs, y golpeó con un lanzamiento a Xander Bogaerts. Simmons se despegó de la almohadilla, en dirección a la antesala, y Molina, galardonado con el guante de Oro, hizo el disparo a la intermedia.

Simmons no pudo volver a tiempo y fue atrapado en el «tira tira».

Jurickson Profar conectó un sencillo al prado derecho, pero se distrajo celebrando y regresó lentamente a la inicial. Molina lo sorprendió, tras apoderarse del tiro que Rosario le envió desde el jardín.

«Para mí, esa fue la clave del juego, la jugada de Yadier Molina», resaltó el manager boricua Edwin Rodríguez.

El piloto holandés Hensley Meulens coincidió.

«Para mí son frustrantes los errores de concentración que tuvimos», aceptó. «Antes del juego hablamos con los chicos sobre la experiencia de Yadier Molina detrás del plato. Si vas demasiado lejos, te pesca, y eso fue lo que ocurrió. El hecho de que Jurickson pegue el sencillo, festeje y no regrese oportunamente a la base es inaceptable. Eso pudo haber marcado la diferencia entre ganar y perder».

Acto seguido, Balentien disparó un colosal jonrón con dos outs, y lo festejó con un alarde, lanzando el bate por todo lo alto.

En la décima vino una aparente represalia. Edwin Díaz le lanzó alto y adentro. El bateador le hizo una seña y Molina se interpuso entre ambos, mientras las cuevas se vaciaban.

«Había demasiadas emociones», relató Correa.

En ese inning, Balentien terminó llevándose el ponche.

Díaz se llevó el triunfo, mientras que la derrota fue al registro de Loek Van Mil.

Holanda echó de menos a Didi Gregorius, quien debió abandonar el certamen por un golpe en el hombro derecho. Bateó para .348, con ocho producidas y cinco anotadas en el certamen.