Beirut. El gobierno sirio y la oposición iniciaron el viernes el traslado coordinado de unas 10.000 personas de localidades que llevaban años asediadas en la sangrienta guerra civil iniciada hace seis años.

Unas 5.000 personas de dos localidades partidarias del gobierno en el norte de Siria fueron evacuadas en 17 autobuses a la cercana ciudad de Aleppo, indicó Abdul Hakim Baghdadi, que ayudó a negociar el acuerdo.

Foua y Kfraya, dos poblaciones de mayoría chií, se han mantenido leales al gobierno sirio mientras el resto de la provincia de Idlib ha quedado bajo un estricto control suní.

Cerca de la capital, Damasco, unos 60 autobuses con 2.350 combatientes opositores, activistas y sus familias salieron de dos ciudades en manos de la oposición camino de Idlib, según indicaron medios estatales y el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña.

Si se completa la operación, supondrían la primera de varias rondas a lo largo de dos meses para evacuar a unos 30.000 sirios de zonas cercadas, dentro de un acuerdo alcanzado por el gobierno y los rebeldes. Se esperaba que otras 3.000 personas salieran en buses de Foua y Kfraya el viernes por la noche, señaló Baghdadi.

Madaya y Zabadani se suman a la lista de ciudades antes en poder de la oposición en los alrededores de Damasco que se han rendido al gobierno. Fuerzas partidarias del gobierno han sitiado las dos localidades durante casi dos años, lo que ha llevado a sus habitantes a cazar roedores y hervir hierba para combatir el hambre en los meses de invierno. Las imágenes de niños consumidos por el hambre conmocionaron al mundo y dieron un nuevo cariz de urgencia a las operaciones de ayuda de Naciones Unidas en Siria.

«Nos hemos movido. Estamos a las afueras de las ciudades», dijo Muhammad Darwish, que proporcionaba atención sanitaria en Madaya. Darwish estudiaba para ser dentista, pero se vio obligado a dejar la universidad en su último curso cuando se sumó hace seis años al movimiento popular para derrocar al presidente, Bashar Assad. Desde entonces, el país se ha sumido en una dura guerra civil.

Voces críticas han tachado el acuerdo de desplazamiento forzoso y Naciones Unidas no supervisa las evacuaciones.

Los habitantes de Madaya tienen la opción de quedarse y «reconciliar» su situación con el gobierno. Tendrán que jurar lealtad al gobierno de Assad y renunciar a cualquier disidencia. Desertores del ejército, reclutas que escaparon de levas y reservistas llamados a filas tendrán entre seis meses y un año para regresar a las fuerzas armadas o pedir una exención. La mayoría de los aproximadamente 40.000 vecinos se quedará y aceptará las condiciones.

Pero al menos 2.000 personas se marcharán, según Darwish. Entre ellos hay combatientes, activistas y trabajadores sanitarios, que dicen que no pueden unirse al ejército que bombardeó sus casas y recelan del trato que recibirán a manos de los conocidos servicios de seguridad del gobierno.

Zabadani, sin embargo, quedará desierta. El acuerdo indica que los últimos 160 que resisten allí —se cree que combatientes o trabajadores sanitarios— salgan en autobús.