Washington. Ignorando las preocupaciones planteadas por grupos internacionales de monitoreo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llamó el lunes al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, para felicitarle tras un disputado referendo en el país sobre ampliar de forma considerable los poderes presidenciales.

La llamada se realizó a pesar de protestas de partidos de oposición y grupos observadores internacionales, así como del propio Departamento de Estado de Trump, por las irregularidades en el referendo el domingo. Y alinea a Trump con un líder que ha adoptado un tono cada vez más autoritario.

El pueblo turco aprobó el cambio.

Los votantes aprobaron el domingo por la mínima una reforma constitucional que sustituirá el sistema parlamentario turco por uno presidencial. Según el nuevo sistema, el presidente podrá nombrar a ministros y miembros destacados del gobierno, emitir decretos y declarar estados de emergencia.

Los partidos de oposición han denunciado una serie de irregularidades, como una decisión de la junta electoral de aceptar papeletas sin el sello oficial que requiere la ley turca. Observadores internacionales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa dijeron que la decisión socavó las salvaguardas contra el fraude.

El portavoz del Departamento de Estado Mark Toner se había hecho eco antes el lunes de las preocupaciones de la OSCE, mencionando «irregularidades observadas» el día del referendo y un «terreno de juego desigual» durante la campaña.

Erdogan, por su parte, describió el referendo como «las elecciones más democráticas… jamás celebradas en un país occidental» y reprochó a los observadores de la OSCE que «sepan cuál es su lugar».

Las voces críticas alegan que las reformas en Turquía darán mucho poder a un hombre con tendencias cada vez más autocráticas y dejarán pocas garantías y equilibrios de poder.