El detrás de los conventos

Síntesis le muestra lo que ocurre en algunos conventos una vez que las madrecitas guardan la biblia y en lugar de rezar, ocupan su tiempo en momentos de relajación y tranquilidad.

Más allá de los rezos que en su mayoría acaparan el gran parte del día, las monjas que albergan los conventos en Puebla también se divierten, se despejan, realizando otro tipo de actividades como jugar voleibol, ver los partidos de futbol, criar animales, interactuar con juegos de mesa, y hasta tener un momento de relajo entre ellas.

De esta forma es como se vive al interior de los conventos en territorio poblano, y que algunos son poco conocidos por los ciudadanos. La arquidiócesis de Puebla tiene más de 14 monasterios de vida contemplativa con cerca de 220 religiosas, 105 comunidades de vida femenina activa con 850 religiosas de 46 congragaciones y 25 comunidades de religiosos varones.

Y es que al escuchar el término “monja” nos visualizamos a una mujer que ha sido consagrada dentro de una orden religiosa que sigue habitualmente una vida monástica, y se acoge a una serie de reglas, entre las cuales suelen estar el celibato, la obediencia, la pobreza, la castidad y, en algunos casos, aislamiento total de la vida civil, conocida como clausura.

Pero Síntesis le muestra el detrás de lo que ocurre en algunos conventos una vez que las madrecitas guardan la biblia y en lugar de rezar, ocupan su tiempo en momentos de relajación y tranquilidad.

Desde lavar, preparar los alimentos, criar animales como pollos y cerdos, hasta aprender a tocar el piano, pasando por tomar la pelota y colocar la malla para un partido de voleibol, es como los monasterios también cobran vida.

Uno de ellos, es el de las Hermanas Carmelitas Descalzas de Santa Teresa, que se encuentra en la calle 8 oriente. Ahí el trabajo es una parte importante para la vida de las monjas de esta congregación.

A través de la labor cotidiana se ponen en evidencia los valores de la persona, su energía, su habilidad, su inteligencia, incluso la nobleza de su alma; a través del trabajo se alcanza la perfección, no sólo material, sino trascendente.

Las hermanas se destacan por la elaboración de los escapularios y el rompope. Fuera de sus actividades religiosas, practican el voleibol para recrearse y convivir entre ellas.

Las madres fundadoras vinieron de España. Iniciando una vida de retiro y oración en Veracruz. Pero el clima cálido no las favorecía, ya que tuvieron varias enfermedades, por lo tanto se vinieron para Puebla, llegando primero a la iglesia de San Marcos, donde el 27 de diciembre de 1604 se hizo la erección canónica del primer monasterio de América de Carmelitas Descalzas, siendo cinco las madres fundadoras: M. Ana de Jesús. Hna. Elvira de San José, Hna. Juana de San Pablo, Hna. Beatriz de los Reyes y Hna. María de la Presentación.

En dicha Iglesia permanecieron hasta 1607, en donde a finales del mes de
junio de ese año se hizo el traslado para la 8 Oriente 16 en el Centro Histórico de Puebla.

Por su parte, en el convento de las monjas dominicas de Santa Inés, ubicado en la 11 poniente 310 colonia Centro, el toque de la campana es al cuarto para las cinco de la mañana; a las 5:10 es cuando comienzas las oraciones y salen de la capilla para entrar a misa y la eucaristía a las 7 de la mañana.

Posteriormente las vísperas las terminan a las 7:30 para salir a desayunar, y luego 8:30 comienzan a realizar diversas actividades; hasta llegar a las 22:30 horas del día para ya descansar y dormir.

La vida de las monjas Dominicas es de clausura, aunque lo único permitido para salir es al médico o algún trámite legal.

Mientras que las Dominicas de Santa Rosa de Lima –asentadas en la 24 sur, esquina con Periferico- les gustan los cantos polifónicos, el gregoriano; tocan el órgano, el piano, la guitarra, el acordeón, etc.

También bordan a mano y a máquina, confeccionan casullas, albas y demás vestiduras sagradas, manejan los pinceles pintando cuadros.

Hacen repostería como galletas, buñuelos, pan de dulce, hojaldras, y el delicioso platillo Rey de los moles llamado Mole poblano.

En tanto el monasterio de la Orden Concepcionistas Franciscanas que se localiza en San Baltazar Campeche, está compuesto por dormitorios, comedor, planta baja, sacristía, capilla, cocina y una zona de granja.

Las hermanas se enfocan en la elaboración de repostería, como dulces típicos buñuelos, y camote con pila, con nuez, almendra, jamoncillo, entre otros.

Parte de las actividades que realizan es preparar alimentos para algunas reuniones familiares que algunas personas les piden. Además planchan y arreglan mantelería con almidón, ropones, vestidos de primera comunión, etcétera.

A la fecha se encuentran 11 hermanas: nueve profesas, 1 juniora, y una novicia. La hermana de menor edad tiene 19 años, y la más grande, 90 años.

En cuanto a la vida cotidiana de las religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, que se ubican en la 3 poniente, colonia Centro, salen para lo esencial pero en ese inmueble tiene sus clases, cursos, viven, comen y realizan diversas actividades ahí. “No somos de claustro pero la formación requiere que ellas estén ahí para etapas de recogimiento, silencio, profundización, de aprendizaje”.

El horario común se basa en levantarse a las 5 de la mañana, los horarios de comida, los rezos, todo eso es común para todas las etapas de formación.

Pero no todo es rezar, también hacen practican el futbol, en un pequeño parque que tienen, o basquetbol, juegos de mesa, dinámicas que ellas ponen: “juegan, se oyen gritos, se oyen jugar, movimiento”.

A su vez, en el convento de Santa Clara, anteriormente, las monjas se levantaban a las 3 de la mañana; ahora se levantan a las 4:30 o 5 de la mañana. Posteriormente se enfocan en rezar en la capilla hasta las 8 de la mañana para desayunar y efectuar otras actividades cotidianas.

Al medio día regresan a la capilla para seguir orando, más tarde llega la hora de comer. A las 19:00 horas se merienda, y luego se hacen diversas actividades hasta que llegue la hora de dormir.

A veces tienen que pedirles a sus familias para que las ayuden económicamente para pagar la luz, el teléfono, el agua.

Recientemente se remodeló el convento, para ello; algunas de las hermanas tuvieron que pedir permiso para salir a trabajar y con eso obtener recursos. “Pero Dios no nos deja”.

Como seres humanos que son, las monjas también se confiesan, para ello acude un sacerdote al convento. “Necesitamos de la misericordia de Dios”.

En ese tenor, algunas monjas del Orden del Santísimo Salvador de Santa Brígida, de la colonia Xonaca, consideran que a pesar de todo lo que realizan, en su mayoría, rezar, sino ponen la creatividad que se requiere en su vida diaria, se vuelve monótono y rutinario, por eso cada que hacen alguna actividad se le pone amor.

Las hermanas brígidas sacan fortaleza en la eucaristía y la oración, “son nuestras almas más fuertes, la oración”.

“Somos felices gracias a Dios, y que Dios nos haya escogido porque no cualquiera aguanta un encierro, renunciar a la familia, entre comillas, porque pedimos más por ellas”: Sor Lucia de nuestra Señora de Fátima.