Será devastador y  pondrá a prueba la capacidad de resiliencia del ser humano, la misma que lo ha testeado en cada guerra, inestabilidad civil, desequilibrio  económico, crisis económica; el brutal acontecimiento que pone contra las cuerdas y entonces se convierte en un desafío para la supervivencia.

A finales del siglo XVIII sucedió un cambio cismático con la Revolución Industrial, la introducción de la mecanización en los procesos productivos representó una dramática transformación en las fuerzas de producción pero sería todavía mucho más traumática con la Segunda Revolución Industrial de finales del siglo XIX y principios del XX.

Ya máquinas como la Jenny no sorprendían pero que llegase la maquinaria al campo, esos armatostes movidos a vapor para separar la paja y hacer otros procesos que antes hacían diez o quince hombres en el medio rural eso sí que constituyó la piedra angular de un nuevo basamento productivo y otra forma de relación contractual obrero-trabajador-patrón.

La literatura y la filmografía de la época recogieron dichos cambios como testigos infalibles para denunciar todo cuanto estaba pasando frente a sus  ojos y también para dejarle al mundo su particular testigo.

El libro “Los miserables” obra cumbre del genial Víctor Hugo narra con precisión la descomposición social de una Francia abigarrada mientras que la visión descarnada y fría de Bernardo Bertolucci en “Novecento” refleja -en más de tres horas- cómo las zonas rurales italianas primordialmente la campiña profunda padece el desplazamiento de los agricultores, surgen los esquiroles,  las huelgas, los burgueses, las camisas negras y la introducción del fascismo como movimiento político-económico.

A nosotros, no sé si decir mi opinión como economista que sea bueno o malo, nos está tocando atestiguar otro enorme cambio de época, es otra Revolución no es industrial sino digital-automatizada en todos los órdenes y esferas muy de la mano de la inteligencia artificial.

Hace unos días Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, advirtió con cierta premura del inminente proceso que se nos avecina “habrá menos trabajos por la robotización”.

El directivo no oculta su preocupación dado que “muchos trabajos van a desaparecer muy muy rápido” y se trata de puestos laborales que necesitan cualificación para los que la gente se prepara, estudia y paga con sacrificios una carrera universitaria o técnica.

Nadie está preparado para el  enorme alud social que nos caerá encima ya no es cuestión de tener un mundo a varias velocidades socioeconómicas, tecnológicas y productivas que eso es otra punta del iceberg.

El cisma se resentirá en toda la estructura productiva pero primordialmente en el sector servicios; ojo en esta nueva oleada queda por dilucidar si es parte de la Tercera Revolución Industrial reconocida como tal a mediados de 1950 o es un nuevo escalafón diríamos la Cuarta; y es importante introducir la siguiente reflexión para que analicemos hacia dónde vamos: la Primera, con la máquina de vapor, irrumpió en la industria fundamentalmente en lo que se llama el sector secundario de la producción.

Después, la Segunda, lo hizo con el motor de combustión también acelerando el proceso fabril pero contribuyó a tecnificar el campo, es decir, ésta fue de lleno al corazón del sector primario de la producción.

La Tercera ha beneficiado al sector secundario, sin embargo,  empezó a trastocar el terciario que es el de los servicios, donde laboran la mayoría de las personas.

Lo que pretendo señalar y llevar a la reflexión es que tanto la Tercera como ésta que deduzco es la Cuarta Revolución Industrial, de la que el Banco Mundial nos advierte azuzándonos a esperar lo inesperado, están anidándose en el sector terciario de la producción. El significado es que cada avance en la robotización y mecanización productiva implicará la desaparición de numerosos puestos de trabajo.

Un robot contestará el teléfono, otro nos dará la bienvenida y la llave en un hotel, habrá quien deje de pagar taxis porque contratará vehículos sin chófer; la digitalización borrará además servicios tangibles para volverlos virtuales. Un robot podrá hacer cirugías o bien realizar un diagnóstico exacto a un paciente a varios kilómetros de distancia. Ya se preparan también máquinas inteligentes para cocinar masivamente para los restaurantes.

Nos aguarda la extinción de puestos laborales y una fuerte presión socioeconómica; ni las empresas ni los gobiernos están haciendo algo para anticiparse me refiero a flexibilizar y readecuar los contratos o  las leyes laborales. La rigidez contractual actual quedará en entredicho en muy poco tiempo.  A mí en lo personal este tema SÍ me consterna e insisto nuevamente pondrá a prueba nuestra capacidad para sobreponernos.

 

@claudialunapale