Agradezco la oportunidad que me brinda la directiva del diario Síntesis para iniciar con esta colaboración que lleva por nombre Punto Focal, en el que busco plasmar mi opinión sobre lo importante que es la comunicación en los diversos aspectos de la vida cotidiana y algunos otros temas que deseo sean de interés para el amable lector.

En esta ocasión quiero comenzar con lo significativo de la labor de un periodista, ya que es común que todos los días, prácticamente, nos encontremos con noticias sobre reporteros agredidos o asesinados en diversas partes de nuestro país, del continente y del mundo.

No hay crisis política donde no se eche la culpa a los periodistas por manipular, sesgar o favorecer a alguien con los escritos que publican, tal es el caso de la expresidenta de Argentina, Cristina Kirchner, quien señaló a cuatro periodistas de mentirosos, o el presidente del vecino país del norte quien ha tenido tensos momentos con periodistas y medios de comunicación.

Ni qué decir en nuestro país donde han surgido señalamientos contra comunicadores de muy diversa índole y algunos casos francamente escandalosos por la presencia que tienen a nivel nacional. Claro está, nada justifica la violencia.

No obstante, esto nos lleva a recordar un planteamiento: El periodismo debe ser imparcial.

Lo lamentable es cuando un trabajador de la comunicación por cualquier causa es agredido por ejercer su profesión, pero en el caso que nos ocupa quiero abordar la parte en que el comunicador deja de hacer su labor.

El reportero carga sobre sus hombros la gran responsabilidad de emitir una información veraz, confiable, de alto contenido social, formadora de opinión, desde este punto parte cualquier centro de enseñanza en el tema, es parte de la formación básica de un comunicador y que por ningún motivo debe perder el rumbo durante el camino.

Independientemente de los señalamientos que puedan hacer quienes pertenecen a la clase política, la sociedad en su conjunto debe estar pendiente al respecto y exigir una información de calidad, por su parte, el reportero debe tener presente que es el enlace entre los ciudadanos y las administraciones de todos los niveles de gobierno. Es el vehículo por el cual se conducirá el mensaje.

Este ideal siempre debe estar presente en el desempeño profesional y cobra mayor fuerza en situaciones cruciales de la vida pública: en procesos electorales, crisis de diversos tipos, como económica, de seguridad, social, etcétera, casos en que la verdad debe imponerse pura y limpia.

Actualmente hay un marasmo de publicaciones que se alejan totalmente de estos principios, las herramientas tecnológicas han facilitado en gran medida esta situación, pero aún hay muchas historias que contar, muchas conexiones que establecer e infinidad de personas a quienes conocer, donde la vocación puede ejercer su labor e imponerse con profesionalismo y responsabilidad, lo que permitirá combatir la confusión que se ocasiona con noticias falsas, aunque, hay que puntualizar, hay maneras de filtrar una información, como verificar la fuente, el autor, la procedencia de la información, el beneficio o perjuicio que ocasiona.

El sentido social de un comunicador es trascendente, ya que podrá ser el medio para exponer las diversas necesidades que alguna persona pueda tener, sola o en grupo y que ha resultado difícil, por alguna razón, ver o escuchar, de este modo, exponer su situación contribuiría a que se pueda encontrar una solución a sus demandas que además resulte en un beneficio para la sociedad en su conjunto (claro, es un ideal).

Esto es parte del respeto que se debe exigir a la labor periodística, sobre el origen de la información, al destinatario y a la sociedad en general, por solo mencionar algunos actores en esta cadena comunicativa cuya intención deberá ser coherente y sensible, valga la insistencia.

El periodista no es el cuarto poder para decir lo que se le ocurra, se convierte en una poderosa influencia a partir del contenido que comunica.