París. El próximo presidente de Francia, Emmanuel Macron, ganó las elecciones con promesas de reformas en Francia. Pero no tardará en descubrir que la política exterior, un ámbito en el que tiene poca experiencia, consumirá buena parte de su tiempo.

Macron ha sido claro en lo referente a la política europea: mantener a Francia en el núcleo de la Unión Europea era el tema principal de su campaña. Sobre las crisis globales fuera del continente, como Corea del Norte, el presidente más joven en la historia de Francia ha dado pocas pistas.

Esto se debe en parte a que la política exterior no estuvo entre los temas que dominaba en sus empleos previos como banquero de inversión y, entre 2014 y 2016, ministro francés de Economía. Sus cautas y medidas declaraciones sobre asuntos internacionales durante la campaña apuntaban a que Macron es consciente de sus limitaciones y se está dando tiempo para familiarizarse con estos temas antes de dar forma a su estrategia diplomática.

“Hay políticos que saben lo que desconocen y quieren aprender. Y hay algunos que no saben lo que desconocen y dicen lo primero que se les ocurre. Él pertenece, de forma bastante clara, a la primera categoría”, señaló François Heisbourg, un destacado experto francés en política exterior, defensa y terrorismo, que ha asesorado a Macron y a su equipo.

Macron ha ofrecido algunas líneas generales sobre su visión, pero en más de una ocasión ha respondido con evasivas.

Sobre Oriente Medio, ha reiterado que su máxima prioridad será continuar la lucha contra el grupo extremista Estado Islámico, que ha revindicado o inspirado varios atentados en Francia desde 2015 en los que murieron más de 230 personas. Aviones franceses de combate han realizado miles de vuelos y cientos de ataques aéreos en Siria e Irak contra extremistas, en operaciones dentro de una coalición internacional.

Macron también se ha mostrado a favor de que el presidente de Siria, Bashar Assad, abandone el poder dentro de un proceso ordenado. Describió a Assad como “un criminal” después de que docenas de personas murieran el 4 de abril en un ataque con gas sarín contra la localidad de Khan Sheikhoun.

El candidato centrista afirmó que, si se demuestra la implicación de Assad, el empleo de ese mortal agente nervioso debería ser castigado por un contingente militar autorizado por Naciones Unidas. Pero también ha expresado su preocupación de que Siria pueda convertirse aún más en un estado fallido si Assad es derrocado de forma repentina sin una transición planificada con cuidado.

“Es muy complicado”, dijo Macron el mes pasado. “Tenemos que ser serios”.

En lo que respecta a Rusia, Macron se distinguió de otros candidatos en los comicios franceses al adoptar una posición más dura hacia el presidente Vladimir Putin.

Macron dijo que quiere trabajar con Rusia, que respalda al gobierno de Assad, en la lucha contra el grupo EI. Pero redondeó sus peticiones de cooperación con una advertencia de que Moscú “no comparte nuestros valores y preferencias”.

“Necesitamos un diálogo extremadamente exigente”, afirmó el mes pasado, prometiendo que no sería “complaciente” con Rusia.

Su tono se fue endureciendo conforme avanzaba la campaña. Hubo especulaciones generalizadas _por el momento sin demostrar_ sobre que Rusia podría haber jugado un papel en un ciberataque contra el equipo de Macron en las últimas horas de campaña, que implicó la filtración de varios documentos.

Heisbourg señaló que Rusia y los aliados de Francia observarán cómo gestiona Macron las consecuencias del ataque, que está investigando la agencia francesa de ciberseguridad, ANSSI.

“El ciberataque fue exquisitamente oportuno. Las huellas de Rusia estaban por todas partes. Esto no fue sólo un intento tardío de interferir en la campaña. Fue un guante lanzado, un desafío”, señaló el experto en política exterior, que trabaja como asesor en el grupo de estudios de París Foundation for Strategic Research.

“Se esperará que responda de una manera o de otra al desafío”, dijo Heisbourg.

En lo que respecta a Estados Unidos, Macron ha dicho que quiere mantener el intercambio de información de inteligencia y la cooperación en Naciones Unidas, y que confía en convencer al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que no retire a su país de un acuerdo global contra el cambio climático.

Macron, comprometido con el libre comercio, y Trump, que basó su campaña en promesas de que protegería los empleos estadounidenses de la competencia extranjera, parecen polos opuestos. También pertenecen a generaciones diferentes: Macron tiene 39 años y Trump 70.

Es probable que su primer encuentro se produzca el 25 de mayo en Bélgica, en una cumbre de la OTAN, y si resultan tener algo más en común de lo que parece sorprenderán a todo el mundo.

El hecho de Macron habla inglés con fluidez podría facilitar su relación personal. Los dos mandatarios vencieron a las apuestas y las expectativas con sus improbables victorias electorales. Ambos se mostraron como personas ajenas a sus respectivos sistemas políticos y prometieron cambiarlos. El domingo por la noche, Trump fue uno de los primeros líderes mundiales en felicitar a Macron por “su gran victoria” en un tuit.

“Se saltaron todas las reglas del juego establecido. Eran inelegibles y ambos fueron elegidos”, señaló Heisbourg. “Probablemente se encuentren interesantes el uno al otro”.

Durante su campaña, Trump utilizó la política exterior para presentarse como un defensor de los intereses de Estados Unidos, especialmente ante China, a la que describió como “un problema tremendo”. Ahora que está en la Casa Blanca sigue sin medir mucho sus palabras, y hace poco describió al mandatario autoritario norcoreano, Kim Jong Un, como “un tipo listo”.

Macron ha sido más prudente. Una excepción fue un debate televisado en marzo en el que se lanzó a una larga y enrevesada explicación de lo que describió como su “hoja de ruta diplomática”.

“Fue un desastre. Fue exactamente lo que uno no debe hacer: empezar a hablar cuando en realidad tiene un conocimiento pobre sobre el tema, no ha formado ninguna doctrina razonada y estructurada y sólo divaga y divaga”, comentó Heisbourg.

“Esto se interpretó como un error. Ha tendido a evitar repetirlo”, añadió.