El avance tecnológico ha venido a abrir brecha en la comunicación entre las personas, ha facilitado el tener “contacto” y acortar las distancias, pero ahora es necesario evaluar, ¿en verdad la tecnología permite la comunicación en toda la extensión de la palabra?

Recordemos que el acto comunicativo está compuesto de diversos elementos, que tienen que ver con el mensaje, el canal por el cual se envía, la codificación, pasando por una situación y un contexto y ayuda más la cercanía que haya entre emisor y receptor, la retroalimentación es esencial para completar el círculo comunicativo.

En el momento de utilizar la tecnología para establecer comunicación se deben tener en cuenta estos puntos y compensar las debilidades, no se puede dar por hecho que una simple llamada telefónica por el móvil va a tener el efecto deseado.

Hay que pensar, por ejemplo, que el teléfono celular nos permite hacer llamadas prácticamente desde cualquier lugar en el que estemos, pero esa puede ser en realidad una desventaja, ya que el emisor se puede encontrar en al autobús, en el taxi, conduciendo, en un lugar con mucha gente y barullo, o muchas otras distracciones, situación que de igual manera puede compartir nuestro receptor, y es de observar, de igual manera, los accidentes que se llegan a dar por ocupar el móvil de esta manera.

Tomando en cuenta estas observaciones, ¿en realidad puede ser efectiva una comunicación por el teléfono celular? Y si este proceso se establece entre un padre y su hijo, ¿e logrará la intención deseada?

Mencioné en una pasada colaboración que los seremos humanos siempre nos estamos comunicando, todo lo que hacemos expresa algo, pero la forma más efectiva es la que establecemos cara a cara, interactuando de forma activa, nunca debemos perder de vista lo imprescindible que es relacionarnos con nuestro círculo más cercano.

El punto es que la tecnología es una herramienta que debemos usar como tal, sin permitir que reemplace la interacción cara a cara por ser esta forma la que permite acceder a muchos detalles adicionales, como el ver a los ojos, estar pendiente de la comunicación gestual y corporal, un gesto, una postura, una mirada puede dar un mensaje aún sin emitir palabras, cuestión que una interacción a distancia no lo permite.

Abramos todos los canales comunicativos, primeramente con la gente de nuestro entorno, la pareja, los hijos, los amigos, tal vez este acto funja como una especie de coraza que proteja a nuestros seres queridos contra los embates del entorno, pero aún más allá, se podría lograr una sociedad en convivencia pacífica si es que desde el núcleo familiar nos preocupamos por formar a personas fuertes, sólidas moralmente, con valores, beneficios que nos permite el estar adecuadamente unidos por los lazos comunicativos.