“Yo pensaba que Alcohólicos Anónimos era un sitio donde llegaba la gente ya con sus perros, como los teporochos”, recuerda Raúl “N”, integrante de Alcohólicos Anónimos, quien refiere, “cuando escuchaba que en la familia me acusaban de ‘alcohólico’, realmente me molestaba mucho, porque yo no me consideraba alcohólico. Yo pensaba: ‘¿Alcohólico yo?, yo no soy alcohólico, yo sí trabajo, yo sí doy para la casa, no ando tirado en la calle como teporocho’”.

Sin embargo, luego de tener un problema con su esposa, quien amenazó con abandonarlo y llevarse a sus hijos por tomar demasiado, Raúl se vio en la necesidad de hacer algo para evitarlo, y fue así como decidió acercarse a Alcohólicos Anónimos.

Como Raúl, mucha gente aún cree que los grupos de AA son lugares donde acuden los alcohólicos que están en situación de calle, empobrecidos, teporochos, o bien, que integran los denominados escuadrones de la muerte etílicos. No obstante, lo que sí llega a los grupos AA son gente a punto de perderlo todo: familia, trabajo, negocio, cónyuge, salud y hasta la libertad.

Para su sorpresa, recuerda que al acercarse a AA llegó a un lugar limpio, confortable, con gente bien vestida y muy amable que se le acercó a ofrecerle café o un té, quien seguidamente le comenzaba a compartir sobre su propio problema con su manera de beber. Al iniciarse en AA también le regalaron “El libro azul”, escrito por los primeros 100 alcohólicos que plasmaron el programa y relataron sus historias personales sobre cómo los afectaba esta enfermedad.

Y es que el alcoholismo, aunque está catalogado como una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud y reconocido también como tal por la Secretaría de Salud, aún en muchos sectores de la sociedad y de las familias es visto como una debilidad de carácter o de falta de voluntad, lo que impide a los enfermos reconocerse como alcohólicos.

Carlos X, integrante de AA, recuerda que la enfermedad del alcoholismo es una enfermedad progresiva, incurable y mortal, referida así por la Organización Mundial de la Salud desde 1953. Entre los alcohólicos anónimos también se añade: “esta enfermedad antes de matarte, te denigra”.

Pero también es una enfermedad trifásica, explica Carlos X, ya que es física, mental y espiritual.

No obstante, la realidad es que en las escuelas de medicina y psicología de México pocas veces se aborda este problema como una enfermedad, por lo que muchos alcohólicos antes de llegar a los grupos de AA recurrieron a tratamientos psicológicos e incluso psiquiátricos, sin tener éxito, porque todavía muchos especialistas de la salud no conocen a profundidad el tema.

Carlos X refiere: “acaba de cumplir 35 años la Comisión Nacional contra las Adicciones, hubo una conferencia a nivel nacional, y hablaron de que México tiene un buen potencial para los jóvenes alcohólicos, porque desde los 12 años ya están bebiendo ahorita aquí en México, somos uno de los 3 o 4 países donde se consume alcohol desde la infancia”.

El doctor Alfio Martínez, especialista en adicciones, indicó esta situación se debe a que la Ley Federal del Trabajo no contempla al alcoholismo como enfermedad, “y si la Ley Federal del Trabajo no lo acepta como enfermedad, no va a haber atención, tanto la atención que requiere médica, ni de incapacidades”.

“No hay una infraestructura para atender este problema, no la hay en México. Sí, el centro de integración y todas las ‘mamadas’ que dicen, no hay; aquí nada más lo tratan como un tema de salud pública y el alcoholismo es mucho más que eso, porque afecta al individuo en todas las áreas”.

Compartió que se ha dado cuenta de que quienes conocen más o menos del tema en el sector salud, solamente se dedican a hacer estadísticas, “que para acabarla de amolar inventan los números”. Lo anterior, porque Martínez no cree que sean 10 millones de alcohólicos en México, “son más”.

De tal suerte, que consideró que la Secretaría del Trabajo federal tiene que ver en que no se acepte al alcoholismo como enfermedad, y luego la Secretaría de Salud aunque lo acepte como enfermedad no sabe cómo atenderla, por lo que dan tratamiento temporal.

Consultada, en efecto, la Secretaría del Trabajo reconoce que el alcoholismo no está catalogado como una enfermedad en la Ley Federal del Trabajo, sino como una adicción, ya que se considera una adicción de la persona y no una enfermedad que genere el propio trabajo, ante lo cual no está clasificada y los centros laborales no están obligados a pagar ninguna rehabilitación, lo cual sería exorbitante en cifras económicas. Antes bien, el alcoholismo es una causal de despido sin responsabilidad para la empresa.

“Si tú llegas ‘pedo’ a un lado, te pueden despedir y no la puedes hacer de tos”, afirma el doctor Alfio.

En Alcohólicos Anónimos reconocen que el tratamiento es para toda la vida, en el cual acuden a juntas periódicas, en donde comparten su experiencia con otros alcohólicos en recuperación.

La mecánica de estas juntas consiste en proponer un tema, para que los alcohólicos pasen a tribuna y compartan sus experiencias sobre cómo le han hecho para dejar de beber y mantenerse sobrios, y sobre todo, en estas reuniones también comparten sus experiencias de vida y cómo enfrentan los problemas que les plantea la cotidianidad.

¿Por qué? Porque en las juntas de AA se aborda que en el fondo, la enfermedad del alcoholismo es una enfermedad de las emociones, el enfermo alcohólico es incapaz de contener una emoción, misma que se le dispara y lo desborda, por lo que el consumo de alcohol es una forma de reafirmar la opinión en sí mismo y atenuar y mitigar esa emoción.

Así, si el enfermo es inseguro, mediante el alcohol obtiene una seguridad que es ficticia; si le cuesta socializar, con el alcohol consigue relacionarse con los demás y convivir mientras está alcoholizado, y si no es feliz o tiene problemas, con la bebida logra momentos de fugaz alegría, pues la botella le ayuda a evadir la realidad de los problemas.

Sin embargo, a la larga el alcohol es un boomerang que cobra una factura muy costosa, ya que la bebida simplemente mitiga la emoción y en determinado momento, el enfermo necesita de más alcohol para sentirse bien, cosa que ya no consigue por lo que empieza a trastocar sus relaciones afectivas, sociales y a deteriorar su salud física, con enfermedades vinculantes físicas y mentales como cirrosis, pancreatitis, síndrome de Wernicke-Korsakoff, alucinaciones, hasta el delirium tremens.

En el país existen 15 mil grupos de Alcohólicos Anónimos que están dispuestos a apoyar a las personas que padecen esta enfermedad, sin meterse en polémicas públicas, pues AA no pertenece a ninguna religión, secta, ni partido u asociación política o mercantil.

Los AA acercan el tratamiento a las universidades, centros laborales e incluso cárceles mediante Juntas de Información a quien lo requiera, pues se les extiende una hoja de autodiagnóstico a quien lo quiera contestar, así la misma persona va a dictaminar si es o no un enfermo alcohólico.

En el mundo se estima que existen 1 millón de grupos con 7 millones de alcohólicos integrados a AA, y en México, haciendo un estimado de 8 a 10 integrantes por grupo, porque hay grupos que congregan a más de 100 y otros que sólo son tres los miembros, se estima que existen 150 mil alcohólicos que llevan su recuperación en los grupos de AA.

El programa es conocido en más de 150 países y ha sido traducido a más de 40 idiomas. Y es que esta enfermedad sólo tiene tres destinos de no atenderse a tiempo: la locura, la cárcel o la muerte.

Carlos X refirió que “aquí en Alcohólicos Anónimos estamos lo mejorcito de lo peor”, y recuerda que el primer Rockefeller expresó admiración y respeto por los primeros 100 alcohólicos que escribieron el Libro Azul, “ustedes son excelentes personas, responsables, trabajadores, buenas gentes, con personalidad, con identidad”.

Apuntó que el movimiento de AA es espiritual, lo cual no quiere decir religiosidad, sino bondad, lealtad, “es ser buen ejemplo”. Y es espiritual también porque el alcohólico es neurótico, ya que le entra la autosuficiencia, la vanidad, el orgullo y la vanagloria, por lo que a los recién llegados se les sugiere que se pongan en manos de un Poder Superior, para poder dejar de beber.

Para que la gente esté atenta y alerta, los grupos AA se distinguen por tener el emblema triangular de AA en color azul, con un triángulo flanqueado por las leyendas: Unidad, Servicio y Recuperación.

Los grupos de Alcohólicos Anónimos se sostienen de sus propias aportaciones, es decir, hacen una “vaquita” con lo que pueden aportar en lo que denominan la séptima tradición, que es una colecta voluntaria para pagar la renta de sus locales, el café, el té y los gastos corrientes de agua y luz.

En Pachuca, los grupos AA tienen 45 años de existencia, siendo el grupo Pachuca, en la calle de Hidalgo, quienes iniciaron este movimiento que actualmente cuenta con más de 50 grupos tan sólo en la capital hidalguense. En el mundo, AA tiene 82 años de existencia, a partir de que Bill W. y el doctor Bob se conocieron, mismos que eran alcohólicos ya desahuciados, y quienes crearon y fundaron en la ciudad de Akron, Ohio, en 1935, el programa.