En sus primeros seis meses como presidente de Estados Unidos, la guía fundamental para política exterior de Donald Trump parece haber sido la línea que separa a los amigos de los enemigos.

La investigación en casa sobre las interferencias rusas en las elecciones estadounidenses de 2016 sigue siendo una espina en su costado, frustrando el aparente deseo de Trump de establecer relaciones cordiales con su homólogo ruso, Vladimir Putin. Y su cercanía inicial al presidente de China, Xi Jinping, también cedió ante discrepancias económicas y geopolíticas. Pero hay otros que se han visto favorecidos por el presidente.

Los viajes al extranjero, viajes y declaraciones del mandatario dejan claro a quién se le considera amigo. En diferente medida, su apoyo ha alentado a países afines a emprender polémicas medidas internas o regionales.

Sin embargo, algunos enemigos tradicionales de Estados Unidos se ven ahora en una situación más precaria que durante los mandatos de Barack Obama, que en general evitó la confrontación directa e incluso buscó acercamientos diplomáticos con Irán y Cuba.

A continuación, periodistas de The Associated Press analizan la dinámica de amigo o enemigo, vista desde países clave:

 

Arabia Saudí confía en Trump.

El ultraconservador reino suní recibió a Trump en su primer viaje al extranjero en mayo, cuando asistió junto con mandatarios de otros países musulmanes a una conferencia antiterrorista.

Su buena acogida no fue una sorpresa, ya que Trump ha criticado desde hace tiempo el acuerdo nuclear con Irán, que era uno de los motivos para las frías relaciones entre el reino y el expresidente Barack Obama.

Además, Trump se ha mostrado dispuesto a hacer oídos sordos a las preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos para acercarse a líderes de Oriente Medio como el rey Salman de Arabia Saudí o el presidente de Egipto, Abdul Fatá el Sisi.

Trump envió fuerzas estadounidenses de operaciones especiales a Yemen para respaldar la campaña saudí en una operación en enero en la que murieron unas 30 personas, incluidos mujeres, niños y un marino de la fuerza especial SEAL de Estados Unidos.

También ha escrito tuits en contra de Catar y criticado abiertamente al aliado estadounidense, que acoge una importante base militar estadounidense, durante una campaña liderada por Riad para aislar al país. Y eso a pesar de que miembros del gobierno estadounidenses intentan mediar para poner fin a la crisis regional entre Catar y sus vecinos.

Uno de los primeros funcionarios extranjeros que acudió a Estados Unidos a ver a Trump tras su investidura fue el hijo de 31 años del rey Salmán, Mohammed bin Salman, nombrado príncipe heredero hace poco. Se ha reunido varias veces con el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner.

Es probable que el príncipe, que ahora es el heredero al trono, confíe en trabajar sobre esos lazos para avanzar en sus esfuerzos de diversificar la economía saudí y superar su dependencia del petróleo en un entorno de precios bajos del crudo.

-Jon Gambrell en Dubái, Emiratos Árabes Unidos.

Para Trump, Israel cae sin duda en la categoría de amigos de mayor confianza.

Desde el principio de su campaña, Trump se presentó como un aliado incondicional de Israel que tendría una relación mucho más fluida con el primer ministro, Benjamin Netanyahu, de la que tenía Obama.

Tras chocar varias veces con Obama, la derecha nacionalista israelí tenía muchas esperanzas depositadas en Trump. Su embajador en Israel es David Friedman, un abogado de bancarrotas que ha recaudado millones de dólares para el asentamiento de Beit El. Esa comunidad al norte de Jerusalén está en el corazón del territorio ocupado que reclaman los palestinos para formar un estado independiente.

Una fundación gestionada por la familia del yerno de Trump, Jared Kushner, encargado de los esfuerzos de paz en Oriente Medio, también apoyó a Beit El. Los registros fiscales muestran que el propio Trump donó dinero a un seminario judío en el asentamiento a través de su fundación.

Trump expresó sus simpatías al incluir a Israel en su primer viaje al extranjero como presidente, donde fue agasajado por sus anfitriones. Habla con cordialidad de Netanyahu y según medios se ha puesto de su parte en disputas con los palestinos. También ha alentado a los israelíes al adoptar una postura dura con Irán.

Por otro lado, Trump no ha cumplido su promesa electoral de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén y ha hablado sobre trabajar en el “acuerdo definitivo”, planteando el temor en Israel a que pueda haber presiones para que acepten concesiones no deseadas.

A su vez, los palestinos se han esforzado por ganarse a Trump. El presidente palestino, Mahmud Abás, viajó a Washington para conocerlo y eligió su liderazgo. Pero una nueva oleada de violencia en torno a un disputado lugar de culto en Jerusalén, sagrado para judíos y musulmanes, es la primera experiencia de Trump con la realidad de un conflicto iniciado hace varias décadas. La gestión que haga su gobierno será reveladora.

-Aron Heller en Jerusalén.

POLONIA

Trump se deshizo en elogios con Polonia durante su visita este mes, destacando su lucha pasada por la libertad contra la opresión y mostrando al país _que se niega con rotundidad a aceptar refugiados musulmanes_ como un defensor de la civilización occidental. No mencionó el estado de derecho ni los derechos humanos, a pesar de que el gobierno populista polaco lleva los últimos 20 meses consolidándose en el poder de formas que han debilitado las garantías y equilibrios democráticos.

Apenas unos días después de su visita, el partido Ley y Justicia aprobó unas propuestas de ley que darían al gobierno un gran poder sobre los tribunales. Una de las medidas pedía el despido inmediato de todos los jueces del Tribunal Supremo, dando al ministro de Justicia la capacidad de nombrar a sus sustitutos. Entre otras cosas, el cambio habría dado al partido en el gobierno control directo sobre la confirmación de resultados electorales, una de las funciones del Supremo.

El presidente de Polonia respondió esta semana a varios días de protestas masivas vetando dos de las tres reformas de la judicatura, incluida la que afectaba al Supremo. Sin embargo, sí firmo una tercera propuesta de ley que da poder al ministro de Justicia para nombrar a los presidentes de todos los tribunales menores del país, algo que los críticos consideran anticonstitucional.

“El silencio de Trump sobre los problemas del gobierno polaco con la democracia y el estado de derecho animó a Varsovia a tomar más medidas, que en la práctica ponen fin a la independencia judicial y a la separación de poderes, poco después de la visita presidencial”, dijo Marcin Zaborowski, analista político afiliado a Visegrad Insight, una revista sobre política en la Europa Central.

-Vanessa Gera en Varsovia, Polonia

IRÁN

Trump todavía no ha roto el acuerdo nuclear con Irán, que requirió años de negociaciones de Estados Unidos y otras potencias mundiales y terminó con Teherán aceptando límites a su polémico programa nuclear a cambio de un alivio en sus sanciones.

Se desconoce si las cosas seguirán así.

Pocos días después de la investidura de Trump, el entonces asesor de seguridad nacional Michael Flynn advirtió a Irán de que estaba “avisada” tras una prueba de misil balístico.

Eso no ha impedido a Irán seguir desarrollando su programa armamentístico. En los últimos seis meses ha presentado nuevas armas, organizado maniobras militares y lanzado un misil balístico desde el mar con un alcance de 300 kilómetros (185 millas), según reportes.

El mes pasado, una patrullera iraní apuntó con un láser a un helicóptero de la infantería de marina de Estados Unidos que sobrevolaba el estrecho de Hormuz, un incidente que el Ejército estadounidense calificó de peligroso.

Trump consideró este mes declarar que Irán había incumplido el acuerdo nuclear, pero al final confirmó que se estaba cumpliendo. Tendrá que revisar la cuestión en tres meses.

Sin embargo, el gobierno ha impuesto nuevas sanciones a Irán, incluidas 18 este mes contra ciudadanos y grupos iraníes por asistir a sus programas armamentísticos no nucleares.

Y recientemente ha hecho una nueva advertencia de que Teherán afronta “nuevas y graves consecuencias” a menos que libere a todos los ciudadanos estadounidenses detenidos en su país. Entre ellos está el estudiante de grado de Princeton Xiyue Wang, cuya detención hace un año se conoció este mes cuando fue detenido a 10 años de prisión.

– Adam Schreck en Dubái, Emiratos Árabes Unidos

LAS COREAS

Aquí no hay mucho margen para las dudas. Corea del Norte no es sólo un enemigo de Estados Unidos _un “enemigo jurado”, como dicen los norcoreanos_, sino que técnicamente ambos siguen en guerra porque la Guerra de Corea de 1950-53 terminó con un armisticio que se suponía era temporal.

Pyongyang no disimuló su indignación por las sanciones, presiones y rechazo al contacto con Corea del Norte que ofreció Washington durante los mandatos de Obama. Pero Trump parece haber provocado aún más resentimiento en sus primeros seis meses, aunque por ahora sus medidas se han limitado en su mayor parte a tuits condenatorios.

Corea del Norte está poniendo a prueba a Trump con gestos teatrales como su primer ensayo de un misil balístico intercontinental el pasado 4 de julio.

La campaña declarada de Kim Jong Un para conseguir armas nucleares y misiles capaces de llegar a Estados Unidos pretende en parte abrir una disputa entre Washington y Seúl, y Trump no está ayudando mucho a evitarlo.

En cambio, ha incomodado a Seúl al acusarla de no asumir suficiente de la carga de su propia defensa e instaló de forma apresurada un polémico sistema antimisiles en Corea del Sur antes de que los conservadores perdieran la presidencia en las elecciones de la pasada primavera. El sistema está desplegado de forma parcial, pero la puesta en marcha completa se ha demorado tras la llegada del progresista presidente Moon Jae-in para hacer un estudio medioambiental.

Para Corea del Sur, uno de los aliados más leales de Washington, tener clara la postura del presidente de Estados Unidos es absolutamente crucial para su política de seguridad nacional.

Pero ahora mismo, es muy posible que Kim Jong Un sea el menos impredecible de los dos para Seúl.

-Eric Talmadge, Pyongyang

VENEZUELA

Las cosas no van bien entre Estados Unidos y Venezuela desde que el entonces presidente Hugo Chávez llamó al entonces presidente George W. Bush “el diablo” en un discurso de 2006 en Naciones Unidas.

Obama evitó la confrontación con Venezuela y en cambio instó al diálogo entre el gobierno y la oposición. Trump ha amenazado con “acciones económicas fuertes y rápidas” si el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sigue adelante con sus planes de reescribir la constitución. Los rivales de Maduro temen que ese plan pudiera allanar el camino a un estado autoritario de partido único.

Entre esas posibles medidas habría sanciones devastadoras para las exportaciones petroleras venezolanas o simplemente una ampliación de la lista de funcionarios que no pueden hacer negocios con Estados Unidos. Maduro y sus colaboradores más próximos afirman en que seguirán adelante con las elecciones del domingo para una asamblea constituyente, una decisión que revelará hasta donde está dispuesto a llegar Trump con las sanciones.

El gobierno de Trump ya ha impuesto sanciones contra el vicepresidente de Maduro y ocho jueces del Supremo, que no han tenido un impacto perceptible sobre el comportamiento del gobierno venezolano. El miércoles incluyó a otros 13 funcionarios actuales o pasados del gobierno de Maduro.

Estados Unidos sigue siendo la fuente principal de divisas que mantienen a flote el gobierno venezolano, ya que Caracas vende en torno a la mitad de sus exportaciones a Estados unidos. Restringir las importaciones de crudo venezolano socavaría el gobierno de Maduro pero también agravaría las penurias para sus ciudadanos y daría a Maduro un chivo expiatorio fácil para el ya disparado colapso económico.

El hecho de que Trump siga aprobando sanciones contra personas concretas podría ser un indicio de que Washington evitará una confrontación directa, aunque el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, sugirió que podrían tomarse más medidas si el gobierno venezolano no cambia de rumbo.