El Congreso de Estados Unidos aprobó este miércoles una reforma fiscal que contempla la mayor rebaja impositiva en casi 30 años y fue enviada al presidente Donald Trump para signarla.
El proyecto de ley pasó con 224 votos a favor y 201 en contra en la Cámara Baja, sin el respaldo de los demócratas y 12 miembros del Partido Republicano en contra.
La vasta reforma, que será financiada con deuda, reduce el impuesto a las ganancias de las empresas de 35% a 21%, ofrece a dueños de negocios una nueva exención fiscal de 20% sobre sus utilidades y renueva la forma en que Estados Unidos cobra tributos a las multinacionales para alinearse con las recomendaciones que han hecho las mayores corporaciones durante años.
Millones de estadounidenses dejarán de facturar deducciones bajo los términos de la nueva ley, lo que dejará las exenciones tributarias que incentivan la compra de viviendas y las donaciones por fines benéficos fuera de su alcance, pero al mismo tiempo hará que sus declaraciones de impuestos sean más sencillas y breves.
La normativa mantiene el actual número de tramos fiscales, pero ajusta muchos de los porcentajes y niveles de renta, aunque no todos. El principal impuesto para los individuos más ricos se redujo. El tributo estatal a la herencia cambió para que menos personas tengan que pagarlo.
Dos cláusulas añadidas por los republicanos para garantizar el respaldo a la reforma revierten partes del sistema de salud Obamacare y permiten la extracción de petróleo en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Alaska, en el Ártico.
El presidente de Estados Unidos celebró este miércoles la aprobación de un plan de recorte de impuestos impulsado por los republicanos como una «victoria histórica» para el país.
«Tuvimos una victoria histórica para el pueblo estadounidense», dijo Trump en la Casa Blanca, mientras la Cámara de Representantes se disponía a aprobar definitivamente la reforma impositiva.
Trump también dijo que esta es una de los más grandes recortes hechos en la historia de Estados Unidos y promocionó el plan fiscal como una derogación de Obamacare.