A través de redes sociales circulan videos alertando que si Andrés Manuel López Obrador gana la Presidencia, México experimentaría una transformación similar a la de Venezuela con el chavismo.

Las especulaciones de dichos materiales tienen como base la afinidad de algunos allegados políticos y personas de confianza del precandidato con el gobierno venezolano y otros del llamado “socialismo del siglo 21”.

A través de esa óptica y “analizando” su proyecto alternativo de nación, los detractores del tabasqueño buscan desprestigiarlo y hacen un llamado a “no desperdiciar el voto” y unirse para evitar que gane las elecciones.

Sin embargo, ¿en realidad sucedería lo mismo que en el país sudamericano en caso de que López Obrador sea presidente?

En 2017, las calificadoras financieras Moody’s y Fitch ratings dividieron opiniones sobre los posibles escenarios en caso de que el abanderado de Morena llegue a Los Pinos.

Fitch auguró efectos negativos como altas tasas de inflación, endeudamiento y volatilidad, así como una desbandada de inversionistas extranjeros ante la posible incertidumbre que generaría el mandatario.

Por su parte, Moody’s mantuvo una postura más moderada, descartando mayores cambios en el manejo económico, el cual consideró que sería similar al de sexenios pasados.

¿Qué tendría que suceder para caer en la situación de Venezuela?

Para acompañar la pregunta, varios factores pueden explicar el panorama actual de la llamada crisis venezolana.

País petrolero en un mundo de crisis

Con los avances en la tecnología de extracción y obtención de petróleo, la demanda internacional del energético aumentó y si a esto se suma el clima de tensión política permanente en la región del medio oriente, da como resultado precios muy volátiles con una mayor tendencia a disminuir.

Esta situación impactó de lleno en la economía venezolana, cuyo gobierno no ha sido capaz de hallar una forma de equilibrar los cada vez menores ingresos con el amplio gasto en programas sociales.

Esto, ha llevado a proponer medidas como reducir la semana laboral para trabajadores y constantes aumentos al salario mínimo.

Un gasto social desmedido

La promesa de reducir la amplia desigualdad en la sociedad motivó al gobierno de Hugo Chávez a impulsar un modelo asistencialista que tenía como objetivo proveer más beneficios y apoyos a grandes porciones de población tomando como sustento la renta petrolera.

Dicho esquema permitía satisfacer necesidades en diversos rubros, tales como el de la vivienda, salud y pensiones, entre otros

Sin embargo, los ingresos por las exportaciones petroleras no podían sostener por mucho tiempo los costos de este modelo, los cuales en algunos casos eran muy elevados.

Inflación por excesivo control de precios

El gobierno, ante la escasez de alimentos y materias primas y en un intento por hacerlos accesibles al consumidor, quiso controlar los precios de las mercancías; no obstante, con el aumento de los insumos varias empresas redujeron gradualmente sus ganancias y cerraron.

Con una menor oferta, los precios se elevaron y la escasez se agravó, lo que dio lugar a una crisis humanitaria por la falta de alimentos y medicinas.

Conflictos con las instituciones gubernamentales

El gobierno de Maduro buscó anular los obstáculos que representaban los otros poderes del país, corrompiéndolos o deslegitimándolos, tales como el Tribunal Superior de Justicia o al Asamblea Nacional.

Esa postura oficial desmoronó el sistema de pesos y contrapesos institucionales, lo que concentró todo el poder del estado en una sola figura, la del presidente.

Aislamiento internacional

Ante diversas críticas de países de la región, el gobierno venezolano optó por buscar un enemigo externo para unificar la opinión pública interna a su favor; así, sus relaciones con antiguos aliados se han desgastado.

¿Cuál sería la diferencia en México?

Si bien algunos de estos factores podrían reproducirse en una eventual llegada de la propuesta izquierdista al poder, no es factible que todos se cumplan.

A pesar de la gran popularidad de Andrés Manuel López Obrador entre el electorado nacional, es improbable que su plataforma política consiga en 2018 conformar mayoría en el Congreso de la Unión.

Por sí solo, un eventual gobierno de López Obrador no podría regir sin llegar a acuerdos con la oposición, tal y como ha sucedido en países como Brasil.

Aunque su funcionamiento ha sido objeto de serios cuestionamientos, el propio peso de las instituciones mexicanas influiría en la agenda nacional.