Debido a la presencia de elementos de seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los narcomenudistas en Ciudad Universitaria se movieron dentro del campus e incluso uno de esos grupos opera en una “tiendita” a un costado de la Biblioteca Central, a las que acuden jóvenes de diversas facultades a comprar marihuana.
En un recorrido dentro de las instalaciones, se constató que en la zona de Los Frontones y Los Bigotes, lugares donde tradicionalmente se podían adquirir drogas como marihuana, cocaína y LSD, no hay presencia de narcomenudeo debido a la fuerte presencia de vigilancia de la institución.
A 100 metros de la Torre de Rectoría tres sujetos, a plena luz del día, sin esconderse, venden marihuana a toda aquella persona que pasa por las escaleras que conectan las facultades de Filosofía y Letras y de Derecho, frente a la Biblioteca Central.
El sábado pasado en su mensaje a la comunidad, el rector Enrique Graue informó de la riña en la que resultaron muertos dos presuntos narcomenudistas y también afirmó que esos grupos “se han fragmentado, se han dispersado distribuyéndose en otras zonas del campus central”.
Son las 14:00 horas y la mayoría de los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras salen de sus clases para comprar alimentos en los puestos ubicados en los alrededores de la facultad, pero también hay algunos que se arremolinan en esta “tiendita”.
“¿Tienes de la buena?”, se le pregunta a un hombre de alrededor de 40 años, de barba, quien porta una gorra negra y afirma con voz apresurada: “Sí, carnal, ¿cuánto quieres? Es de la buena”.
Junto con él, dos hombres más, quienes cobran y entregan la yerba que sacan de una mochila negra y de un periódico que regalan en la Biblioteca Central, corta un pedazo para envolver 30 pesos de marihuana. No se utiliza ninguna báscula o herramienta que pueda pesar el estupefaciente, sólo lo que la mano del dealer considere que equivale a esa cantidad.
“¿Apenas se pusieron? No los había visto”, se le pregunta cuando al mismo tiempo tres hombres y una mujer le compran también droga. “Sí, mai, aquí hemos estado. Ya sabes, aquí andamos”, reafirma mientras se pone unos lentes negros como protegiéndose de los rayos del sol.
En un segundo, cinco personas se arremolinan en torno a los vendedores, quienes alzan la voz y dicen: “Apúrenle, apúrenle”, por lo que sus compañeros cobran y entregan la droga de manera rápida, todo en esta área que es parte del conjunto arquitectónico designado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Los murales de la Biblioteca Central, uno de los monumentos más fotografiado en el país, son mudos testigos de esta actividad ilegal, la cual se lleva a cabo a pesar de que a 50 metros de ahí se encuentran las patrullas 17 y 69 de Vigilancia UNAM, las cuales están estacionadas con sus conductores dentro del auto.
Los rayos del sol caen con fuerza y uno de los vendedores toma agua, mientras un joven con bata blanca, como las que usan los estudiantes de Medicina y de Odontología, se acerca a la “tiendita” y en menos de medio minuto, tras esconder la droga en una de las bolsas de la bata, sigue su camino con tranquilidad.
A las 15:00 horas, cerca de 40 jóvenes se reúnen en las inmediaciones de la entrada del estacionamiento de la Biblioteca Central y los enormes murales de Juan O´Gorman parecieran observar cómo caguamones y cigarros de mota son consumidos por los jóvenes.
Media hora después, un hombre mayor, del cuerpo de vigilancia de la institución les pide que “por favor se retiren de ahí”. Los muchachos aceptan, sólo para irse a Las Islas o al Jardín del Edén, ubicado a un costado de avenida Insurgentes, para seguir consumiendo.