Cuando mueres solo cambias de conciencia.

Pim Van Lommel

 

En el libro “Vida después de la Vida”, escrito por el psiquiatra forense y doctor en filosofía Raymond Moody en 1975, se introdujo por primera vez la expresión “experiencias cercanas a la muerte” (ECM), lo cual la clase médica oficial calificó estas ECM como “meras alucinaciones provocadas por la ausencia de oxígeno en el cerebro y la liberación de las endorfinas, un opiáceo natural que sirve para contrarrestar situaciones de estrés como una parada cardiorrespiratoria”.

El libro relata que en una ECM todo comienza con una intensa luz, cegadora, se abandona el cuerpo, éste se eleva y puede observarse él mismo tendido en el lugar de donde partió la experiencia. Posteriormente, se atraviesa un túnel largo y brillante a una velocidad vertiginosa y al otro lado le espera un lugar fascinante lleno de agradable luz y de una paz plena y gratificante, se afirma que se tiene un encuentro con una persona que irradia luz la cual les dice: «Todavía no ha llegado tu hora. Tienes una misión que cumplir en la Tierra».

Tras ese encuentro, se percibe cómo su alma regresa a la Tierra, abandonando la calidez y la seguridad de la luz para ocupar nuevamente su cuerpo inerte. Las personas que han vivido una experiencia cercana a la muerte (ECM) aseguran que hay algo más allá y todos coinciden en que han podido observar el mismo cielo.

Posteriormente, el cardiólogo y científico holandés Pim Van Lommel en el año de 1981 publicó en la revista The Lancet un trabajo sobre las ECM y la conciencia, siendo la primera investigación sobre las experiencias de pacientes que habían sufrido una ECM tras superar un paro cardiorrespiratorio con muerte cerebral. Después de más de treinta años de investigación científica dedicados al estudio de las ECM, el Dr. Van Lommel publica el libro “Consciencia más allá de la vida”.

En esta investigación se aporta un dato sorprendente, sólo un 18% de los pacientes con encefalograma plano sufren una ECM (que el cerebro alcance el estado de “electroencefalograma plano”, supone que haya entrado en muerte cerebral, esto es, que ha cesado por completo y de manera irreversible su actividad neuronal). Por lo tanto, no son meras alucinaciones como la clase médica oficial lo calificó. Ni intervienen las endorfinas.

Las ECM no dependen de factores como la religión, la raza, el sexo o la cultura. Los que han regresado se ven rodeados por una luz inexplicable tras un largo túnel. Experimentan también un cambio de percepción, especialmente sorprendente en personas sin visión. Según Van Lommel unas 600,000 personas en los Países Bajos, 2 millones en el Reino Unido y más de 9 millones en EUA han tenido una ECM. Los que han regresado inician, después de una ECM, una búsqueda silenciosa para entender su experiencia. Van Lommel describe un auténtico síndrome el del regreso: a) Las posibilidades de divorcio aumentan al no aceptar la pareja los relatos de una ECM; b) En los jóvenes pueden buscarse vías de escape como las drogas o el alcoholismo. Sólo la aceptación de esta experiencia puede tener efectos positivos. Van Lommel  agrega que desgraciadamente los médicos no están preparados para afrontar estos pacientes con síntomas tan desconcertantes. Ni siquiera en la Iglesia encuentran respuestas.

Los regresados experimentan otros cambios, no tienen miedo a la muerte, son más altruistas y, sobre todo, más espirituales. Tienen que aprender también nuevas sensaciones tras una ECM como una intuición agudizada, clarividencia, ver las emociones y sentimientos de los demás, y lo más sorprendente, su cuerpo puede emitir un campo electromagnético que interfiere en cualquier aparato eléctrico con el hecho de estar cerca.

Van Lommel rechaza que la conciencia sea producto o efecto de la función cerebral. Este científico holandés habla de la muerte como un cambio de conciencia. La muerte supone entrar en lo que él llama una conciencia no local, sin tiempo ni espacio. Plantea una especie de inmanentismo metafísico. La idea de Dios se ha sustituido en Van Lommel por una conciencia humana colectiva o universal que conecta a cada individuo con todo cuanto existe, ha existido o existirá. Y argumenta esta explicación, acudiendo a la Física cuántica.

“En cualquier caso, para mí, personalmente esta experiencia ha sido decisiva para convencerme de que la conciencia perdura más allá de la tumba. Lo muerto ha resultado no estarlo, sino ser otra forma de vida”

Juzgue Usted, amable lector.

 

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