El Papa Francisco fustigó este viernes la explotación, la humillación, el uso y el descarte de “tantas mujeres anónimas”, que son obligadas a “vender la propia dignidad para tener un puesto de trabajo”.

Durante el sermón de su misa, celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta del Vaticano, el pontífice precisó que no es necesario ir a países del “tercer mundo” para encontrar mujeres “sin mirada” y “esclavas de la mentalidad del descarte”.

En los programas televisivos, en las revistas, en los periódicos, se muestran mujeres como objeto del deseo, para usar, como en un supermercado”, señaló, tras lamentar que -por ejemplo-, para vender determinada cantidad de tomates, se llega a poner a las mujeres sin ropa.

Sostuvo que además de esa forma pública de explotación y humillación, existe otra más oculta que se da en las oficinas y en las empresas, donde las mujeres caen víctimas de la filosofía de usar y tirar.

Hay un ensañamiento contra la mujer, un ensañamiento feo. Incluso sin decirlo (…) Pero, ¿cuántas veces las chicas para obtener un puesto de trabajo deben venderse como objetos usa y tira? ¿Cuántas veces?”, señaló.

Constató que bastaría hacer una “peregrinación nocturna” por ciertas calles de la capital italiana para ver a tantas mujeres, migrantes y no migrantes, explotadas como si fuera un mercado y los hombres que se les acercan, en lugar de decirles “buenas noches” les preguntan “¿cuánto cuestas?”.

Tú la has vuelto prostituta, como dice Jesús: quien la repudie, la expone al adulterio, porque tú no tratas bien a la mujer, la mujer acaba así, también explotada, esclava, muchas veces”, subrayó.

Hará bien, pues, mirar a estas mujeres y pensar que, frente a nuestra libertad, ellas son esclavas de esta mentalidad del descarte. Deberíamos reflexionar mejor. Y, al hacer o decir esto, entrando en este pensamiento, despreciamos la imagen de Dios, que hizo al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza”, apuntó.

Más adelante, el Papa Francisco consideró que demasiadas mujeres siguen siendo víctimas de una mentalidad que las rechaza y las considera un “objeto de segunda clase”, y recordó que tanto los hombres como las mujeres son “imagen y semejanza de Dios”.

Aclaró que se trata de ambos, no primero el hombre y luego, “un poquito más abajo” la mujer. “No, los dos. Y el hombre sin la mujer al lado (como mamá, como hermana, como esposa, como compañera de trabajo, como amiga), ese hombre solo no es imagen de Dios”, puntualizó.