Aquellos que piensan que no tienen tiempo para el ejercicio, tarde o temprano tendrán tiempo para la enfermedad.

Edward Smith-Stanley

 

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es la condición de todo ser vivo que goza de un absoluto bienestar tanto a nivel físico como a nivel mental y social. El estilo de vida, que comprende los tipos de hábitos y costumbres que posee una persona, puede ser beneficioso para la salud, pero también puede llegar a dañarla.

Un individuo que mantiene una alimentación equilibrada y que realiza actividades físicas en forma cotidiana tiene mayores probabilidades de gozar de buena salud, en comparación de una persona que come y bebe en exceso, que descansa mal y que fuma, ya que ella corre serios riesgos de sufrir enfermedades evitables.

La palabra salud viene del latín salus, salutis con el significado de “salud”, “salvación”. De ahí derivan el verbo salutare, saludar –desear salud y el adjetivo salutaris saludable, salvadora. La salud ha sido considerada no como un estado abstracto, sino como un medio para llegar a un fin, como un recurso que permite a las personas llevar una vida individual, social y económicamente productiva. La salud es un recurso para la vida diaria, no el objetivo de la vida.

En el libro titulado “Aprende a escuchar tu cuerpo” del doctor Quim Vicent Sardinero, especialista en osteopatía, neuropsicoinmunólogo, posturólogo, docente, conferenciante y director de la clínica Arvila Magna, comenta que muchas enfermedades son el resultado o la consecuencia directa de un conjunto de emociones reprimidas durante cierto tiempo.

Hemos aprendido a vivir en alerta de forma permanente, lo cual nos impide tomar verdadera conciencia de lo que acontece en nuestro cuerpo. Debemos aprender a escucharlo, pues en él se encuentra la respuesta a todas nuestras inquietudes y pesares, a los dolores que nos atormentan, a los pensamientos que nos preocupan o a los procesos de curación a los que no estamos atendiendo.

La salud suele depender de factores que podemos comprender y mejorar. En muchas ocasiones, podemos mejorar nuestra salud cambiando nuestros hábitos. Todo está relacionado: la manera de caminar, de respirar, la postura o una mala oclusión dental son síntomas de algo más profundo, y pueden ser causa o consecuencia de problemas de salud.

El doctor Quin Vincent hace más de quince años que desarrolla una aproximación terapéutica propia e integradora, gracias a la cual la persona es escuchada con suma atención en todos los aspectos, incluido el emocional. En este libro Vincent nos explica sobre: – La importancia de una gestación y un parto correctos. – Cómo detectar problemas de manera precoz y evitar la sobrediagnosticación. – El valor del tratamiento integral. – Cómo envejecer bien. – Cómo alimentarse correctamente.

Pero ¿Por dónde debemos empezar? Quin Vincent nos indica que por las cosas sencillas, es decir, si estás cansado, descansa. Cuando tengas deseos que ir al baño, ve. Si tienes ganas de llorar, hazlo.  Es muy importante notar las reacciones, la respiración y el corazón. De otra forma escuchar a tu interior. Debemos permitirnos entender cómo se siente nuestro cuerpo y escucharlo.

El texto nos lleva a reconocer en nuestro cuerpo la sabiduría innata que posee, el ver cómo, años y años de evolución, y nos hemos ido desvinculando de nuestras sensaciones y de nuestras necesidades corporales. Nuestras sensaciones y emociones tienen como objetivo ayudarnos a vivir de manera consciente, a participar de nuestras vivencias y a aprender a confiar en la sabiduría de nuestro cuerpo.

Vincent advierte que es curioso ver cómo reprimimos la completa expresión de nuestras emociones a través de la toma de medicaciones o incluso de la práctica deportiva. Para hacernos una idea de esto, las lágrimas de alegría y las de tristeza difieren en su composición y en las hormonas que las provocan, así como en su finalidad. Por esta razón es muy importante dejar que broten si nuestro cuerpo nos lo pide.

Es por ello amable lector, que cuando nos permitimos liberar nuestras emociones, nuestro cuerpo y nuestra alma se sienten limpios. Tanto la alegría como la tristeza nos ayudan a digerir la vida. Esto otorga tal claridad mental, que incluso en muchas ocasiones logramos ver demasiado tarde qué es lo que podíamos haber hecho o cómo deberíamos de habernos comportado en un determinado momento.

La conclusión de esta investigación es el darnos la oportunidad de saber escuchar nuestro cuerpo. Considerémoslo.