Hoy, Helsinki abre un nuevo capítulo en su historia de sede mediadora y neutral, entre dos polos equidistantes que han sido –el negativo y el positivo- de una carga eléctrica heredada como consecuencia del final de la Segunda Guerra Mundial.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, llevaba tres meses pidiendo la cita con su homólogo ruso, había que acordar agendas, encontrar el punto exacto… Putin le pidió que aguardase a la conclusión del Mundial de Fútbol porque su prioridad era evitar un atentado terrorista dada la cantidad de amenazas en ciernes.

Tan ha cumplido con su palabra, que apenas unas horas después de bendecir la final con el triunfo 4-2 de Francia sobre del selectivo de Croacia, Putin ha volado desde Rusia a la capital de Finlandia, y aunque no suponga un esfuerzo mucho mayor de tres horas de vuelo es un gesto que ningún analista internacional debemos obviar

Putin ha acudido presuroso al encuentro con su antagonista norteamericano, esto es, el hombre político tiene palabra tan es así que hoy a las 13 horas tiempo de Helsinki se verán finalmente los dos a solas adentro del Palacio Presidencial que amablemente les ha cedido Sauli Niinisto para lo que será un vis à vis de 60 minutos a solas en unas oficinas que han sido inspeccionadas hasta la saciedad por la CIA y la KGB porque, fundamentalmente, el inquilino de la Casa Blanca es el más interesado.

¿Qué hay en esa oscura relación de secretos inconfesables ente ambos líderes? ¿Para qué tanta urgencia de Trump? Ni la motivación es la paz en Siria, ni evitar que Israel asfixie a Gaza y a los palestinos; ni salvar a Irán de una agresión norteamericana.

Ninguna de esas urgencias son la premura del magnate inmobiliario como en cambio sí lo son sus ambiciones políticas de quedarse largos ocho años en el poder, con una reelección que nada más de pensarlo, a muchos nos parecerá una eternidad insoportable.

¿Qué teme Trump? Que la bola de nieve por los hackers rusos en las elecciones presidenciales maniobrando a favor del candidato republicano termine en una avalancha-escándalo que mine toda posibilidad de otro período por cuatro años… o que quizá ni siquiera termine éste porque se le aplique un impeachment si las pruebas en su contra comienzan a fluir.

¿Quién tiene las pruebas? Rusia. ¿Quién tiene el poder de usarlas a favor o en contra? Rusia; so pena de la parte aún más turbia la de los hipotéticos videos sexuales de Trump cuando era presidente de Miss Universo y estuvo en Rusia en los que supuestamente está grabado con varias escorts rusas haciendo cosas que arruinarían su postura de macho alfa.

Lo que ambos dialoguen quedará en estricto secreto no habrá testigo histórico, después de la hora  juntos, comerán en el recinto y se les unirá el presidente anfitrión; luego hablarán ante los medios de la necesidad de priorizar acuerdos geopolíticos por el bien de la paz y la concordia.

 

A COLACIÓN

Ya en Helsinki han acontecido otros encuentros trascendentales, por ejemplo, entre el presidente George W. Bush (padre) y Mijail Gorbachov (septiembre 9 de 1990) cuando intentaban enfriar las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética derivadas del conflicto por la invasión de Kuwait por parte de Irak en los tiempos de Sadam Husein y la Operación Tormenta del Desierto durante la conocida Guerra del Golfo.

Bush quería asegurarse que la URSS no interferiría a favor de Irak desatándose entonces un conflicto mayúsculo; otro encuentro posterior aconteció entre el mandatario William Clinton y Boris Yeltsin en el año de 1997, un 21 de marzo, le dedicaron dos días seguidos a su encuentro  para discutir lo que a uno no le gustaba del otro de su carrera armamentista y de los recelos existentes en Rusia por la expansión de la OTAN en los antiguos territorios que en Europa habían formado parte del bloque soviético.

En la actualidad no son nimios los temas candentes y peligrosamente de confrontación entre Estados Unidos y Rusia comenzando por Siria y pasando por la injerencia rusa en Europa y la nueva Guerra Fría 2.0 que estamos viviendo. Aquí en Helsinki el ambiente es a favor del encuentro, las calles relucen sendos mensajes de bienvenida deseándoles a ambos “que lo hagan lo mejor posible” y en muchas ocasiones se lee la palabra “paz”.

El meollo es que Trump no es Bush ni tampoco Clinton y que a él sólo le interesa su ambición política como avaricia personal no como servicio social ni en sentido patriótico, ni histórico, ni del deber.

Y Putin es un encantador de serpientes que no estará dispuesto a conceder ni un ápice a cambio de sus propios intereses geopolíticos porque a él le gusta el poder y al otro el dinero; y a veces cuesta trabajo no entender a uno sin el otro.

Aquí hasta Helsinki hemos sido invitados 1 mil 426 periodistas de todo el mundo para ser testigos del #HelsinkiSummit2018 hablaremos de ello en la próxima columna qué se ha podido hacer en esta reunión por la geopolítica.

 

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

@claudialunapale