En el país, tres de cada diez niños tienen obesidad, lo que los hace más propensos a desarrollar enfermedades como diabetes, que en 2017 mató a 105 mil mexicanos, por ello la Secretaría de Salud hace un llamado a los padres de familia a cuidar la alimentación y hábitos de los menores de edad puesto que «el niño gordito no siempre es el más sanito».
A través de imágenes publicadas en sus redes sociales, la dependencia expresó que hace años se tenía la creencia de que un niño gordito era un niño sano, pero aseguró que eso está lejos de ser verdad.
«Como resultado de esa obesidad, que es un problema de salud en el que tienen que ver factores genéticos, ambientales y psicológicos, en la actualidad hay casos de diabetes mellitus en menores de edad».
La combinación de la poca o nula actividad física, consumo de alimentos fritos o con gran contenido de carbohidratos y de bebidas azucaradas, son los principales causantes de la obesidad infantil.
Si además el niño nació con bajo peso, su mamá tuvo diabetes gestacional, le empezaron a dar alimentos sólidos antes de los seis meses de edad o no lo alimentaron al seno materno, tiene mayor posibilidad de desarrollar diabetes mellitus.
Es importante que a los menores de edad con obesidad se les practiquen estudios que permitan la detección temprana de la diabetes, porque un control adecuado retrasa la presencia de complicaciones crónicas como la insuficiencia renal.
La principal prueba para detectar la diabetes infantil es la medición de los niveles de glucosa en sangre de forma aleatoria, es decir, en distintas horas y en varias cantidades. Cuando los niveles de azúcar están por arriba de los 120 puntos, es muy probable que el niño tenga diabetes.
La Secretaría de Salud que encabeza José Narro Robles hizo un llamado a los padres de familia a inculcar buenos hábitos en los niños y a participar en el tratamiento integral de los que ya viven con diabetes mellitus.
«Los niños con diabetes deben someterse a un tratamiento integral que incluye dieta alimenticia de acuerdo con sus necesidades, actividad física y control con medicamentos en caso de que se requiera».
Para que un tratamiento funcione, se debe involucrar, sobre todo, a los padres de familia. «Ellos pueden recibir orientación y capacitación en las unidades públicas de salud para el uso de insulina, monitoreo de la glucosa en casa, práctica del ejercicio, alimentación saludable, reducción del consumo de alimentos procesados o con alto contenido calórico y bajo valor nutricional. En caso de que lo requieran, también se les brinda tratamiento psicológico».