Una vez que este parásito se aloja en el estómago, pasarán unas semanas antes de que crezca y comiencen las molestias, como un dolor intenso acompañado de una masa abultada en el estómago.

Todo inicia con una sensación de hormigueo en la garganta o en la boca del estómago que pasa desapercibido por la mayoría de las personas.

Ningún amante del sushi dejaría de comer su rollo favorito por un sutil cosquilleo que apenas dura unos segundos y desaparece por completo.

El anisakis es un parásito con forma de gusano que vive en distintas especies marinas como el salmón, calamar y el pargo.

Cuando estas especies se comen crudas o poco cocidas, el riesgo de tragar las larvas de este gusano crece exponencialmente.

Una vez que este parásito se aloja en el estómago, pasarán unas semanas antes de que crezca y comiencen las molestias, como un dolor intenso acompañado de una masa abultada en el estómago.

Si no se recibe atención médica oportuna, el gusano provocará una úlcera y será más difícil removerlo, al límite de una intervención quirúrgica.

Así como el anisakis, existen decenas de parásitos a los que nos enfrentamos día a día al realizar hábitos cotidianos; algunos entran al organismo y crecen silenciosamente hasta que el malestar es evidente o se manifiestan de formas más dramáticas.

Conoce otros parásitos que podrías albergar ahora mismo en tu cuerpo y sus principales síntomas:

Uno de los parásitos más aterradores para el ser humano es el gusano loa loa, que se transmite a través de los tábanos, una especie de mosca hematófaga que vive en regiones tropicales. Una picadura de esta mosca es suficiente para que este parásito (almacenado en su aparato bucal) se aloje debajo de la piel.

Una vez en el torrente sanguíneo, el loa loa se reproduce dejando larvas a su paso, la mayoría de las ocasiones lo hace de forma asintomática.

El momento en que un huésped se da cuenta de la invasión del parásito es dramático y ocurre cuando se percata del movimiento del gusano, mirándolo o sintiéndolo a través del ojo, los genitales o algún otro tejido blando.

También conocido como el dragón de Guinea, este parásito se aloja en crustáceos diminutos llamados pulgas de agua que, a su vez, viven y se reproducen en cuerpos de agua infectados. Una vez que los humanos beben del agua contaminada, las pulgas son destruidas en el estómago permitiendo la liberación de las larvas.

Dentro del organismo, este parásito es responsable de provocar una enfermedad conocida como dracunculosis. El síntoma más evidente es una enorme ampolla muy dolorosa (generalmente en las extremidades) de la cual brotan ejemplares del gusano hembra fecundado que usa para salir al exterior. Según la OMS, esta enfermedad está a punto de ser erradicada, pues en 2016 tan sólo se presentaron 25 nuevos casos.

De la misma forma que el loa loa, este parásito se transmite por la picadura de distintas especies de moscas hematófogas. Cuando esta larva se hospeda en el cuerpo humano se deposita en el tejido subcutáneo y produce graves inflamaciones.

La enfermedad provocada por este parásito es conocida como oncocercosis o “ceguera de los ríos”, pues la mayoría de las personas con onchocerca volvulus desarrollan lesiones oculares que, de no ser atendidas, pueden provocar ceguera permanente.

Se trata de un parásito microscópico que se contagia rápidamente a través de la picadura de mosquitos flebótomos con un alto grado de mortalidad entre quienes resultan infectados, esto ocurre especialmente en poblaciones con aguas estancadas y un pobre acceso a agua limpia.

La leishmaniasis provoca fiebre alta, una pérdida de peso inexplicable y lesiones graves que con el paso del tiempo se convierten en úlceras llenas de costras. Este parásito cobra anualmente entre 20 y 30 mil defunciones de un total de un millón de nuevos casos.

Este parásito vive en zonas tropicales y contagia a los humanos a través del piquete de moscas tse-tsé. Es el culpable de la tripanosomiasis humana, mejor conocida como la enfermedad del sueño. Sus síntomas iniciales son fiebre, dolores de cabeza intensos, dolores articulares y prurito.

Una vez que el parásito se disemina por todo el cuerpo, la siguiente fase modifica los ciclos de sueño, provocando insomnio y otros trastornos que afectan la calidad de vida del individuo y pueden ser mortales si no se detecta a tiempo. El trypanosoma cruzi ha sido culpable de distintas epidemias en el continente africano, la más reciente inició en 1970 y fue controlada hasta 1990.