Hace unos días, el presidente estadounidense propuso su nuevo presupuesto para Defensa para el ejercicio de 2019: la friolera de 717 mil millones de dólares, monto histórico sin parangón para un país obsesionado porque lo ataquen hasta los alienígenas.

Cada año las prioridades son más marciales que civiles o de obra pública y no parece que reducirá en la administración Trump, sino todo lo contrario: desde que asumió el poder, el 20 de enero de 2017, ese mismo año se empeñó en subir en 54 mil millones de dólares el gasto militar para 2018 pasando de 547 mil millones de dólares a 601 mil millones de dólares.

Para 2019 duplicó prácticamente el incremento en 116 mil millones de dólares una dotación que el informe del Pentágono justificó como necesaria -casi urgente-, ante la presencia de China como amenaza real y potencial.

No es únicamente el enfrentamiento comercial con la escalada arancelaria lanzada por el inquilino de la Casa Blanca en el contexto de un reacomodo geopolítico y geoeconómico también está la presión y los intereses de los lobbies de la guerra; y de otros grupos que, durante la presidencia de ocho años de Barack Obama, perdieron terreno y negocios.

El gasto en defensa norteamericano triplicó al chino (216 mil millones de dólares) en 2018 y  ahora será más que tres veces superior y casi siete veces el ejercido por  Rusia que destinó 84 mil 500  millones de dólares a dicho renglón.

Nada más Estados Unidos acapara el 36% de todo el presupuesto militar global y sus exigencias ante los aliados de la OTAN de elevar su contribución a defensa al 2% de su PIB anual para la mayoría de los países miembros de la Alianza del Norte implica un esfuerzo que implica desviar recursos públicos en atención de prioridades ciudadanas inmediatas a cambio de comprar más armamento.

Los europeos se han sentido tan indignados por los reproches altisonantes del mandatario norteamericano que se han apresurado a poner el andamio del proyecto de Defensa Común Europea que ya reconocía el Tratado de Lisboa (2007).

Se lo han tomado tan en serio que noviembre del año pasado los ministros de Defensa de 23 países miembros de la UE signaron (no lo hicieron Portugal, Irlanda, Malta, Dinamarca ni por supuesto Reino Unido) el mecanismo para edificar todo el entramado correspondiente de una defensa mancomunada.

Y hace unos días, Emmanuel Macron volvió a invocar a todos los socios europeos a crear lazos fuertes en su propia defensa y seguridad, “sin contar ni depender más de la ayuda militar estadunidense” e inclusive el dignatario galo lanzó una propuesta arriesgada y sin precedentes: reordenar la arquitectura de la defensa europea  con Rusia incluida y también “por qué no con Turquía”.

Al respecto de la presencia geoestratégica rusa, fuentes del Kremlin han informado que del 11 al 15 de septiembre próximos, Rusia tendrá sus mayores maniobras militares desde la época soviética.

Lo harán además en conjunción con el ejército chino y el de Mongolia, unas maniobras de guerra en Siberia oriental que desplegarán a 300 mil soldados, mil aviones y helicópteros y 36 mil vehículos militares.

 

A COLACIÓN

Por si fuera poco, el nivel de alarma es tal en el Pentágono, que Trump no ha tenido más que avalar la creación de una división militar espacial especial… la gran guerra está allá arriba en el universo: China y Rusia van a la conquista directa buscando compartir su control, pero Estados Unidos no se quedará de brazos cruzados.

Parte de los 717 mil millones de dólares de gasto militar para 2019 serán usados para dicho cometido porque es un asunto de seguridad nacional: “El espacio es un dominio de lucha de guerra como la tierra, el aire o el mar”, aseveró Trump.

«Ordeno al Departamento de Defensa que empiece de forma inmediata el proceso necesario de establecer una fuerza espacial como sexto brazo de las fuerzas armadas», subrayó el mandatario tras concluir una reunión con el equipo técnico del Consejo Nacional Espacial en la Casa Blanca.

¿Cuál es la idea? Asegurar el marco regulatorio que ampare a las empresa norteamericanas a hacer negocios debido a su presencia en el espacio; trabajar con socios internacionales para crear un registro de objetos espaciales sobre todo en lo relacionado con la basura espacial; Trump quiere crear una Fuerza Espacial de élite; impedir que China en colusión con Rusia se apodere del espacio; y asegurar el dominio en el espacio de fuerzas estadounidenses.

En su defensa, el vicepresidente Mike Pence, esgrimió que: “Nuevas fuerzas espaciales relacionadas con los rusos y los chinos buscan interrumpir los sistemas espaciales de Estados Unidos y desafiar nuestra supremacía como nunca antes”.

Trump teme que ambos países (Rusia y China) estén colaborando para llevar armas de guerra al espacio y que usen láseres para boicotear los sistemas de satélite norteamericanos.

 

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

 

@claudialunapale