Quedan pocos días para que Andrés Manuel López Obrador, presidente electo, tome posesión al frente de la Presidencia y se inicié oficialmente lo que él llama como “la cuarta transformación” de México.

Aunque ya prácticamente gobierna desde hace un par de meses en que el presidente actual, Enrique Peña Nieto, decidió cederle  espacio político y de poder; un hecho inédito en anteriores cambios de gobierno presidencial  tanta cortesía de Peña Nieto para con un contrincante de otro partido político.

Si lo observamos por el lado del crisol de los inversores nacionales pero sobre todo internacionales, lo positivo de esta “transición de seda” es el mensaje que hay en fondo de la botella que intenta apaciguar los ánimos para evitar una salida de inversiones y capitales so pena de seguir castigando más el tipo de cambio del peso frente al dólar y el euro; y encima crear una gravísima crisis de confianza que nadie, pero nadie, deseamos. Ya vimos lo que ha pasado con el tema del Aeropuerto.

La gran duda hasta el momento es qué Andrés Manuel veremos en el ejercicio del poder, ¿el pragmático o el populista? Algunos lectores contestarán rápidamente que el populista, empero, recordemos que han pasado trece años desde la última vez que él desempeñó un cargo electo cuando fungió como jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Y que durante prácticamente dos sexenios si bien se dedicó a recorrer la geografía patria llegando a conocer al México profundo -como ningún otro político ha tenido la oportunidad de hacerlo-, en todo ese tiempo México ha continuado con su dinámica económica sumergido en un caleidoscopio internacional que también lleva su ritmo trepidante.

Hay quienes dicen “vamos a darle una oportunidad” y esa ya se la dieron millones de votos a su favor, los votos del hartazgo de la generación Millennial que pudiendo tener una mejor calidad de vida que sus padres y que sus abuelos no la consiguen porque sus oportunidades laborales y de ingresos son peores  respecto de los primeros y de los segundos.

¿Un populista ejerciente? Aquí el mayor respaldo, de comportarse así, lo buscará en las masas más desfavorecidas que en el país son más de 50 millones de personas, peligroso asunto si es el discurso del odio el que se recita y entonces se fomenta la división y el rencor social como ha sucedido en Venezuela para no ir más lejos.

Yo creo que López Obrador será más bien pragmático querrá obras vistosas y hacer cosas que la gente pueda ver para diferenciarse del anterior sexenio así como de muchos otros más.

Que en la época de los plebiscitos y los referéndums hará uso de éstos  hasta el cansancio, pero eso no lo hace populista per se, en Europa recurren frecuentemente a los referendos: Suiza por estos días tendrá uno más para preguntarle a la gente si quieren que el derecho suizo se aplique por encima de todo “hasta cuando contraviene a las leyes internacionales”.

A COLACIÓN

A mí lo que realmente me preocupa es que él, aupado por su equipo más cercano empiece a tener ideas económicas “geniales”, la economía no es como las matemáticas  ciencia exacta en la que el orden de los factores no altera el producto; en economía desordenarlos provocaría además un caos previsible e imprevisible partiendo de que la ciencia económica habla de dinero sí, pero también de sus relaciones con las personas y sus actividades económicas y hasta con sus gustos más subjetivos e irracionales.

Esa es la parte inquietante llegar a creerse Dios para maniobrar por ejemplo en variables que él considera pueden reducir la pobreza de forma rápida y en contraparte únicamente tener un espejo de bienestar que puede ser tan real como si fuese una visión en el desierto.

La pobreza es una variable con múltiples condicionantes como caldo de cultivo para permitir que surja y no depende únicamente de la elevación del salario  mínimo, ¿qué fue primero la gallina o el huevo? Tampoco se rompe a base de subsidios se ha demostrado que sin acceso a educación, a formación, a servicios públicos de sanidad, a un empleo formal con las prestaciones de la ley aunado a la inclusión en los servicios financieros (formación de cadena ahorro y acceso a préstamos) la pobreza no se rompe generacionalmente.

Si el nuevo presidente recurre a la táctica de elevación del salario junto con un mayor dispendio de subsidios para la pobreza sin crear una verdadera cadena de acción para, en efecto, permitir que cada vez más pobres accedan a la clase media tendremos entonces otros seis años desperdiciados y peor todavía se habrán trastocado otras variables económicas provocando perjuicios indeseados.

Nunca será fácil ejercer el poder, porque la realidad es siempre una muralla fría y dura, lo importante es tener el conocimiento acerca de lo que se quiere hacer y rodearse de gente que también conozca lo mejor posible del tema porque la ignorancia es un arma peligrosa y en economía implica fuga de capitales, crisis de confianza más volatilidad.

Esperemos con esperanza que en el nuevo sexenio  que está por comenzar prevalezca la razón sobre del corazón, que yo prefiero a un López Obrador pragmático que populista que sepa unir los intereses de todos los mexicanos hacia un mismo lindero: hacer de México una economía más incluyente y equitativa. Veamos pues…

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales