El presidente de Egipto inauguró el domingo una catedral copta y una de las mezquitas más grandes de la región en la nueva capital administrativa del país, un gesto altamente simbólico en un tiempo de crecientes ataques de insurgentes islamistas contra la minoría cristiana copta.

Abdul Fatá el Sisi, un general reconvertido en presidente, ha hecho de la armonía sectaria uno de los pilares de su gobierno, combatiendo a la insurgencia islamista al tiempo que aboga por la igualdad entre la abrumadora mayoría musulmana y los cristianos, que suponen el 10% de los 100 millones de habitantes del país.

“Este es un momento histórico e importante”, dijo el Sisi en el interior de la catedral. “Pero seguimos teniendo que proteger el árbol del amor que plantamos juntos hoy aquí porque la sedición nunca termina”.

El gran imán de Al-Azhar, la institución de referencia para los musulmanes suníes de todo el mundo, se hizo eco de los sentimientos de el Sisi en declaraciones en el templo copto. Los dos lugares de culto, señaló, son un símbolo ante los “intentos de socavar la estabilidad y las sediciones sectarias del país”.