El papa Francisco llegó al palacio presidencial de Panamá para una visita al mandatario Juan Carlos Varela, en el inicio de sus actividades del jueves que culminarán por la tarde con su bienvenida a los miles de jóvenes que asisten a la jornada mundial organizada por la Iglesia católica.

Varela y su esposa, Lorena Castillo, recibieron al sumo pontífice a la entrada de las escalinatas del Palacio de las Garzas, situado en el casco histórico de la capital y a orillas de las costas de la bahía de Panamá. Desde allí, Francisco se trasladará a un salón emblemático del edificio que alberga la cancillería para su primera reunión con autoridades, diplomáticos y representantes de la sociedad civil.

El papa arribó la víspera para su primer viaje a una nación centroamericana. En los próximos cuatro días compartirá con más de 200 mil jóvenes de todo el mundo, principalmente llegados de los vecinos países centroamericanos, en la Jornada Mundial de la Juventud.

¡Papa, Centroamérica te ama y espera tu bendición!”, se leía en una pancarta que un grupo de peregrinos mostraba en un sector del casco histórico por donde el auto con el pontífice pasaría.

Francisco exhortó a los obispos de América Central a acoger y proteger a los migrantes que dejan sus hogares en viajes riesgosos en busca de una mejor vida hacia el norte del continente.

El pontífice recordó que muchos de los migrantes tienen “rostro joven, buscan un bien mayor para sus familias, no temen arriesgar y dejar todo con tal de ofrecer el mínimo de condiciones que garanticen un futuro mejor”.

En esto no basta solo la denuncia, sino que debemos anunciar concretamente una ‘buena noticia’. La Iglesia, gracias a su universalidad, puede ofrecer esa hospitalidad fraterna y acogedora para que las comunidades de origen y las de destino dialoguen y contribuyan a superar miedos y recelos”, agregó el papa al reunirse con los obispos de la región durante el primer día de trabajo de su viaje a Panamá para encabezar la Jornada Mundial de la Juventud.

El papa Francisco no mencionó el muro impulsado por el magnate Donald Trump en la frontera de Estados Unidos con México, que el líder máximo de los católicos en el mundo ha rechazado.

Acoger, proteger, promover e integrar pueden ser los cuatro verbos con los que la Iglesia, en esta situación migratoria, conjugue su maternidad en el hoy de la historia”, agregó.