El Barcelona se impuso por 3-0 al Liverpool en un duelo frenético en el que Messi castigó sin piedad a un equipo inglés que, pese al resultado, ofreció una versión más que aceptable.

El encuentro comenzó movido desde la comunicación de las alineaciones titulares con la presencia de Arturo Vidal en el XI del Barça y la ausencia de Roberto Firmino y Jordan Henderson de la del Liverpool. Y siguió así cuando empezó a rodar el balón. Mucho ritmo, los dos equipos proponiendo en ataque y el balón viajando de un lado a otro con velocidad.

Con el paso de los minutos el Barça empezó a ser más profundo, sobre todo cuando Messi cogía el balón y arrancaba con velocidad. Fabinho y Robertson estuvieron cruciales en un par de jugadas para evitar remates francos del argentino en un primer cuarto de hora eléctrico que le pasó factura a Naby Keïta. El guineano se tuvo que marchar lesionado en el minuto 24, dando entrada Klopp a Henderson en su lugar.

Inmediatamente después llegó el primer golpe del Barcelona. Pase medido de Jordi Alba al interior del área y con un desmarque perfecto Luis Suárez se habilitó para ganar un metro a su marcador y superar a Alisson. No se había cumplido la primera hora y el Barça se desbocaba.

En ningún caso el Liverpool bajaba los brazos. Salah y sobre todo Mané siempre transmitían vértigo en carrera, y el senegalés estuvo muy cerca del empate tras un espectacular pase de Henderson desde la banda derecha. De hecho los últimos minutos de la primera parte tuvieron un marcado color visitante, aunque el 1-0 no se movió.

El segundo acto arrancó con una buena ocasión de Milner desbaratada por Ter Stegen a mano cambiada que anticipó una actitud más agresiva del Liverpool. Presión alta y actitud combativa en cada duelo para ganar más balones divididos. El meta alemán volvió a salvar a su equipo poco después tras un disparo raso de Salah invitando al Barça a cambiar algo en su juego para no sufrir tanto.

Corrían los minutos y las llegadas del equipo inglés se iban sucediendo. Valverde movió ficha y sacó a Nélson Semedo por Coutinho para intentar contrarrestar la velocidad de Mané en banda. Pero si no era Mané era el escocés Robertson el que percutía con eficacia.

Sin embargo, la fortuna iba a sonreír al Barcelona en su momento de más agobio. Una jugada afortunada permitió un remate de Suárez tras un toque de Sergi Roberto que se fue al larguero. En el rechace de la madera apareció Messi para controlar con el pecho y marcar a puerta vacía.

Con el 2-0 despertó la grada del Camp Nou y el Barça recuperó el pulso. Y fue el aliciente que necesitó Messi para hacer otro gol de los que dan la vuelta al mundo. Lanzamiento de falta lejano, a más de 30 metros, y balón a la escuadra para colocar el 3-0 en el minuto 82.

Inmediatamente después Salah mandó un balón al poste para un desconcertado Liverpool, que tras unos buenos minutos de juego se veía con tres goles en contra y ninguno a favor. Pero la estocada en las carnes del club inglés era profunda y el partido se agotó con una ventaja que coloca al conjunto de Valverde con un pie en la final del Metropolitano y que pudo haber sido mayor de no fallar Dembélé solo ante Alisson en la última jugada del partido.