Debido a las trabas del Congreso, Donald Trump no ha podido cumplir su promesa estrella de campaña… hasta ahora. El acuerdo migratorio convierte a México en el famoso muro fronterizo e incluso será nuestro país el que pague los gastos mayores. Trump dijo, Trump cumple. “Mexico will pay for the wall”.

El acuerdo alcanzado el pasado viernes entre el gobierno de Trump y de Andrés Manuel supone el “cese indefinido” de la amenaza de imposición de aranceles que hacía temblar a la economía mexicana. La que se sintió probablemente como la semana más larga desde que Andrés Manuel López Obrador tomó posesión como presidente estuvo marcada por la suspensión temporal del proyecto de Santa Lucía, la reducción de la nota asignada a México por parte de las calificadoras internacionales y, por supuesto, las amenazas de Trump de imponer aranceles progresivos del 5 por ciento a México debido a sus “insuficientes esfuerzos para frenar la migración ilegal”.

La prueba más dura que ha tenido que enfrentar la administración obradorista amortiguó el golpe con un acuerdo agridulce – más agrio que dulce – logrado por el equipo negociador encabezado por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. El resultado: se desplegarán 6 mil elementos de la recién creada Guardia Nacional, se militarizará la frontera sur y, sobre todo, México deberá recibir “temporalmente” a todos los solicitantes de asilo que entren a Estados Unidos de manera irregular.

Asimismo, México se comprometió a ofrecer a los migrantes servicios de salud y educación, así como la oportunidad de obtener un empleo mientras esperan que su situación migratoria en Estados Unidos se regularice.

El acuerdo favorece al presidente republicano, quien ha mostrado ser un hábil negociador que logró poner a México contra las cuerdas con un simple Tweet. No sólo ha sido el impacto mediático que sin duda le favorecerá para alcanzar su reelección el próximo año, sino también las condiciones del pacto alcanzado, en el cual México se hará cargo económicamente de los migrantes. De esta forma, México no sólo refuerza su posición como “muro”, sino que también “lo paga”.

La cuestión de los recursos es una importante victoria para Donald Trump, pero no es la única. Hace unos meses circulaban en los medios las historias de centenares de niños migrantes que eran separados de sus familias como parte de una estrategia de la administración estadounidense para lidiar con la migración ilegal. Incluso, una imagen en la portada de la revista Time en la que una niña migrante lloraba ante un Trump despreocupado con la inscripción “Welcome to America” se hizo viral en todo el mundo.

Ahora esas duras tareas de organizar a las familias, otorgarles servicios básicos y darles lugares dignos para vivir las tendrá el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Esto significa que ahora en adelante ya no serán los norteamericanos los “culpables” o los “villanos” de la situación precaria de los migrantes y refugiados que esperan obtener el permiso de quedarse en Estados Unidos, sino los mexicanos y sus autoridades. En pocas palabras, México le hará el “trabajo sucio” a Estados Unidos.

Lo anterior es una cuestión delicada sobre todo tomando en cuenta la posición que juegan las organizaciones no Gubernamentales dedicadas a la protección de los migrantes y los derechos humanos. Estos actores estarán más atentos que nunca de lo que resulte del acuerdo.

La posición del gobierno de Obrador ha sido, en sus palabras, el completo respeto a los derechos humanos de los migrantes, pero para siquiera lograr que esto se cumpla, se requerirá la movilización de recursos que, hasta ahora, se habían centrado en programas sociales y en otros magnoproyectos de dudosa viabilidad (y funcionalidad).

Las consecuencias de la imposición de tarifas arancelarias progresivas a México hubieran sido difíciles de calcular, sin embargo la mayoría de los analistas pintaba un escenario muy desfavorecedor para nuestro país. Por ello, el acuerdo migratorio es visto como un “mal necesario” por algunos, mientras que para otros es considerado una “rendición” ante el vecino del norte.

Lo cierto es que esto representa una dura prueba para México y ahora toca ver si estará a la altura de los retos que se aproximan. ¿Logrará México ser una barrera más efectiva que un muro de concreto? Eso aún está por verse, pero de entrada romperá como la “austeridad republicana” del presidente.