Las autoridades electorales cerraron las urnas en Afganistán este sábado, en medio de quejas generalizadas de irregularidades y focos de violencia por parte de los insurgentes talibanes, sobre todo en el sur y el norte del país.

Los afganos eligen a su nuevo presidente en medio de fuertes medidas de seguridad. Los principales candidatos son el actual mandatario, Ashraf Ghani, y su socio en el gobierno de unidad, Abdullah Abdullah.

Los votantes se quejaron de que las listas de votantes estaban incompletas o eran inexistentes y de que las máquinas de identificación biométrica destinadas a reducir el fraude no funcionaban correctamente o que los funcionarios no estaban capacitados adecuadamente para utilizarlas.

Una elección profundamente defectuosa podría llevar al país al caos.

No se esperan resultados preliminares antes del 17 de octubre y los resultados finales no se esperan hasta el 7 de noviembre. Si ningún candidato obtiene el 51 por ciento de los votos, se llevará a cabo una segunda ronda entre los dos candidatos más votados.

Los talibanes advirtieron a la población de Afganistán que no votara o que se arriesgaría a salir herida.

Uno de los primeros reportes de violencia se produjo en el sur del país, el antiguo corazón espiritual de los talibanes. Una bomba causó 15 heridos en una mezquita que albergaba un centro de votación, según un médico del principal hospital de la ciudad de Kandahar.

Entre los heridos, tres de ellos con un pronóstico crítico, había varios policías y funcionarios electorales, además de votantes, agregó el doctor, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a informar a los medios.

También se reportaron ataques esporádicos en otros puntos de Afganistán, pero no estuvo claro de inmediato si su objetivo fueron centros de votación.

El miedo y la frustración por la incesante corrupción que ha caracterizado a los sucesivos gobiernos fueron las principales preocupaciones de los 9.6 millones de personas que tienen derecho a voto.

Afganistán también se ha visto sacudido por un repunte de la violencia en vísperas de los comicios, luego del fracaso de las conversaciones entre los talibanes y Estados Unidos para poner fin a la guerra más larga librada nunca por Washington.

En algunos centros de votación de la capital, Kabul, los votantes hicieron fila desde antes de su apertura, mientras que en otros puntos, los funcionarios electorales no llegaron a tiempo.

Imam Baksh, que trabaja como guarda de seguridad, dijo no estar preocupado por su seguridad mientras esperaba para marcar su boleta, sin tener todavía claro a quien daría su apoyo. “Todos ellos han sido muy decepcionantes para nuestro país”, dijo.

Los principales candidatos a la presidencia son el actual mandatario, Ashraf Ghani, y su socio en el gobierno de unidad que rigió el país los cinco últimos años, el presidente ejecutivo, Abdullah Abdullah, quien denunció supuesto abuso de poder por parte de su rival.

Las primeras quejas incluyeron una por la demora en la apertura de las urnas en Wazir Akbar, una elegante región de la capital, y fallos en el funcionamiento de las máquinas biométricas con la que se intenta frenar el fraude.

Decenas de miles de policías, funcionarios de inteligencia y soldados custodiaron los 4 mil 942 centros de votación en Afganistán. Las autoridades mantuvieron 431 cerrados por los problemas para garantizar su seguridad al encontrarse en zonas controladas por los talibanes o bajo su radio de influencia.

En Kabul, el tráfico era escaso y los policías y soldados dispersos por toda la ciudad paraban a los autos para revisarlos en busca de algo fuera de lo común. Los talibanes dijeron que sus ataques se centrarían en las ciudades.