Las fricciones que se han estado gestando entre los precandidatos demócratas a la presidencia de Estados Unidos, Elizabeth Warren y Pete Buttigieg, se dejaron ver ayer jueves en un debate con mucho en juego que puso a prueba la fortaleza de los aspirantes de dicho partido, cuando faltan seis semanas para que comiencen las elecciones primarias.

Buttigieg, el alcalde de 37 años de South Bend, Indiana, se ha ido destacando en la contienda por la candidatura del partido, ganando terreno con un mensaje centrista.

Warren, la senadora por Massachusetts, que se ha convertido en un obstáculo para él, atacó las estrategias de Buttigieg para recaudar fondos. Y Amy Klobuchar, senadora por Minnesota que está compitiendo con Buttigieg por los electores moderados, lo criticó por lo que dice es su experiencia limitada al frente de un puesto de gobierno.

El debate se llevó a cabo un día después de una votación altamente controversial para enjuiciar políticamente al magnate Donald Trump, en la que fue posible ver con dramatismo lo polarizado que está el país en lo que respecta a su presidencia.

Debido a que es probable que el Senado de Estados Unidos, controlado por los republicanos lo absuelva, los demócratas tienen mucho en juego en su selección de un candidato que pueda derrotar a Trump en los comicios de noviembre del próximo año.

En el debate fue patente la elección que los demócratas tendrán que hacer entre aspirantes de tendencia progresista y otros moderados, de mayor edad y más jóvenes, hombres y mujeres, y los temas que inclinarán al pequeño pero crucial segmento de votantes que decidirán la selección final.

Los precandidatos estuvieron muy en desacuerdo en torno al papel que desempeña el dinero en la política, el valor y el significado de la experiencia y el rumbo que lleva el sistema estadounidense de servicios médicos.