Ante todo, la defensa de la libertad de prensa y expresión, por ello desde hace muchos ayeres decidimos convertirnos en activista de tales principios, continuamos llevando y por desgracia actualizando el registro puntual y documentado de los asesinatos y desapariciones forzadas de periodistas, locutores, trabajadores de prensa, familiares y amigos de comunicadores, y civiles que tuvieron la mala fortuna de estar en el lugar de los atentados.

Es de destacarse que desde que se fundó la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, es el gremio periodístico organizado de México el que da seguimiento a esos vergonzosos crímenes contra los mensajeros.

En nuestro libro “Mi Vida Son Nuestras Batallas, una historia de las irrestrictas luchas por las libertades de prensa y expresión”, que fue el trabajo recepcional para ingresar como Académico de Número de la Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG, patrocinada por la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, desde su primera edición incluye la lista de nuestros víctimas y cuando las terribles circunstancias nos obligan, la actualizamos en un encarte.

Algunos compañeros, en momentos dados llevaron a cabo sus propios registros que desde luego revisamos con especial cuidado. El único que subsiste para incomodidad de autoridades venales y enemigos de las libertades de prensa, es el del gremio organizado.

Este largo proemio es para referirnos a las falsas noticias de que “fue tomada la XEW en forma violenta por Miguel Alemán Velasco”. Ninguna necesidad tiene de ello el nuevo socio mayoritario no sólo de W, sino de la empresa “Radiópolis”, constituida por varias radiodifusoras en la ciudad de México y en otras entidades del país.

Su coasociada es la española PRISA; en cumplimiento de nuestras leyes, ninguna persona moral o física extranjera pude tener mayoría de acciones en empresas constituidas o integradas con entes concesionados, como son las frecuencias de radio y los canales de televisión.

En junta de asociados se tomó la decisión de nombrar nuevos directivos. Están en su derecho, pero además también de dictar la política editorial de la empresa, por ello recurrimos a dos puntos del famoso Dodecálogo de Deberes del Periodista de Camilo José Cela:

VII. Funcionar acorde con su empresa -quiere decirse con la línea editorial- ya que un diario ha de ser una unidad de conducta y de expresión y no una suma de parcialidades; en el supuesto de que la coincidencia de criterios fuera insalvable, ha de buscar trabajo en otro lugar ya que ni la traición (a sí mismo, fingiendo, o a la empresa, mintiendo), ni la conspiración, ni la sublevación, ni el golpe de estado son armas admisibles…

VIII. Resistir toda suerte de presiones: morales, sociales, religiosas, políticas, familiares, económicas, sindicales, etc., incluidas las de la propia empresa. (Este mandamiento debe relacionarse y complementarse con el anterior).

A nosotros nos ha tocado lidiar algunas veces con estas circunstancias: Después de haber sido el director primigenio de los noticiarios de la televisión, un día me encontré con la novedad de que el mencionado licenciado Miguel Alemán Velasco había sido nombrado director general de esa delicada área de Telesistema Mexicano, hoy Televisa, nada me quedaba por hacer, la salida fue tersa aunque ahí se frustra mi probable carrera en la televisión.

Más tarde, no regresé a Excélsior cuando los cooperativistas decidieron vender su empresa, fui por varios años articulista de primera plana, no regresé ni a cobrar mis emolumentos. En aquel entonces “El Periódico de la Vida Nacional”, de acuerdo a su política editorial era o fue un “mosaico de opiniones”.

Carlos Loret de Mola, no ajeno a las especulaciones de que el gobierno federal estaba interviniendo en la política editorial de los nuevos dueños de Radiópolis, afirmó en su noticiario matutino en XEW: “Hay incertidumbre y preocupación, sin embargo, dijo, los directivos se han comunicado conmigo, para asegurarme que “no está en riesgo la libertad de expresión”.

Ante todo la libertad, así nos cueste en algunas ocasiones la chamba ahora con menos preocupación porque tenemos a favor “las benditas redes sociales”.

Antes un periodista sin medio no era nada, hoy puede seguir en la brega y en la lucha en el periodismo cibernético.

 

Teodoro Rentería Arróyave