La situación de cientos de inmigrantes africanos encerrados en condiciones atroces para frenar la propagación de la COVID-19 en Arabia Saudí ha provocado este lunes conmoción e incontables reacciones de horror en las redes sociales.

Unas grabaciones obtenidas por teléfono celular muestran a docenas de hombres famélicos tumbados sin camiseta en filas abarrotadas dentro de salas pequeñas, cuyas ventanas están selladas con barrotes y donde el calor es insoportable, según denuncian.

La investigación, elaborada por el dominical británico Sunday Telegraph, aporta evidencia gráfica obtenida mediante el celular de uno de los inmigrantes, en la que se aprecian las deplorables condiciones de esos centros -donde se hacinan sobre todo ciudadanos etíopes-.

Dos de esos centros son el de Al Shumaisi, cerca de la Meca, y Jazan, una ciudad cercana a Yemen si bien se cree que hay más, según la información.

La documentación, divulgada este domingo por el rotativo, ha sido profusamente retuiteada en las redes sociales, acompañada de comentarios de estupefacción ante las «chocantes» y «espantosas» imágenes.

Una de ellas dejar entrever un cadáver cubierto con una manta y que, según los inmigrantes, es el cuerpo sin vida de un hombre que falleció por un golpe de calor.

Muchos migrantes llevan retenidos desde el pasado abril y aseguran que no se les da ni comida ni agua suficiente para poder sobrevivir.

La evidencia gráfica obtenida por el citado diario deja ver a los hombres en condiciones físicas lamentables, con cicatrices en la espalda y otras lesiones en la piel, a consecuencia de las palizas a las que, aseguran, los someten los guardas de seguridad.

«Esto es un infierno. Nos tratan como animales y nos dan palizas todos los días», lamenta un hombre etíope que lleva dentro más de cuatro meses y que dice que su único delito ha sido abandonar su país «en busca de mejor vida».

En junio de 2019, unos 6,6 millones de trabajadores extranjeros constituyeron el 20 por ciento de la población nacional del Golfo, y la mayor parte de esos inmigrantes desempeñaron con frecuencia trabajos físicos duros y de baja remuneración, como el sector de la construcción.

Muchos proceden del sur de Asia y un gran contingente llega del llamado Cuerno de África.

Al comienzo de la pandemia el pasado marzo, el gobierno saudí temió que los migrantes, que suelen convivir en lugares abarrotados, pudieran transmitir el virus.

Por ello, casi 3.000 etíopes fueron deportados de vuelta a su país en los primeros diez días de abril y, según un documento filtrado de la ONU, les siguieron otros 200.000.

Según la investigación del periódico británico, muchos de los que iban a ser deportados hace cinco meses fueron encerrados en centros de detención.

«Nos han dejado aquí para morir (…) ¿COVID-19? ¿Aquí hay muchas enfermedades. Todo el mundo está enfermo, todo el mundo tiene algo», relata uno de ellos.

La insuficiente comida y agua, los aseos desbordados, el hedor, la suciedad, y el asfixiante calor les está «matando», se lamenta otro.