Grecia ampliará la vigilancia de su frontera terrestre con Turquía con la construcción de una nueva valla para impedir las llegadas de migrantes, en un momento que las relaciones entre ambos países empeoran cada día.

El ministro griego de Protección Ciudadana, Mijalis Jrisojoidis, presentó este lunes en el Gabinete sus planes para la construcción de la valla, que previsiblemente estará lista en un máximo de ocho meses.

La nueva valla, de unos 30 kilómetros de largo y cinco metros de alto, será instalada en la parte sur de la frontera terrestre con Turquía.

En su parte superior, estará dotada de planchas de metal de 1,25 metros de altura y coronada por alambre espino.

Con estos dos refuerzos, el Gobierno del conservador Kyriakos Mitsotakis pretende blindar la frontera frente a todo intento de cruce ilegal.

Además, será reparado el cerco existente, de 12,5 kilómetros, construido en 2012 y situado en la parte norte de la frontera terrestre entre ambos países.

El coste de la valla alcanzará 63 millones de euros, según el Gobierno.

El plan prevé asimismo la construcción de varias torres de observación con el objetivo de controlar los movimientos de migrantes en Turquía.

La mayor parte de la frontera terrestre entre ambos países está delimitada por el río Evros, cuyo cruce es muy peligroso, especialmente en invierno.

Con la construcción de la nueva verja y la reparación de la antigua, Grecia espera hacer muy difícil para los migrantes el cruce de sus fronteras terrestres con Turquía.

Al final del pasado febrero, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogán, anunció la apertura de las fronteras de su país con la Unión Europea e invitó a decenas de miles de refugiados y migrantes a ir a Europa a través de la frontera greco-turca.

Durante alrededor de veinte días, en medio de una guerra verbal entre ambos países, decenas de miles de migrantes se enfrentaron con la Policía y el Ejército griego, que los repelieron con uso masivo de gases lacrimógenos y disparos de armas de fuego.

Según informó Jrisojoidis, entre el 28 de febrero y el 28 de marzo se impidió la entrada ilegal de 59.000 personas.

Los enfrentamientos se saldaron con la muerte de dos migrantes, mientras centenares resultaron heridos.