El aroma a incienso gobierna el ambiente, la tristeza y soledad se observa en las calles de San Andrés Mixquic, lugar místico y lleno de tradiciones que año con año celebra la llegada de sus muertos entre luces, música y color.

Ubicado al sur-oriente de la cuidad, Mixquic alberga un legado de tradiciones que es conocido a nivel mundial.

Pero este año y derivado de la pandemia por covid-19, este místico lugar tuvo que restringir sus usos y costumbres al visitar el panteón para adornar las tumbas.

Con resguardo de las autoridades de la alcaldía Tláhuac y de la Agencia de protección sanitaria, permitiendo paso sólo al tránsito local, San Andrés Mixquic sólo abrió las puertas de sus hogares para recibir a sus muertos.

Caminos de cempasúchil e incienso que aromatizar el lugar y conducen las almas a su antigua morada, cada domicilio coloca frutas, comida y bebidas que a su familiar acostumbraba en vida y ahora se les recuerda con un gran banquete.

Sin importar la edad la familia entera se reúne a la espera de los difuntos. Las campanas de la iglesia del pueblo se escuchan al medio día es la señal que la hora de servir la mesa ha llegado y la celebración está por comenzar.

Mole, arroz, tamales, atole, pulque, cerveza o mezcal se observa en los altares de Mixquic quienes con alegría comienza a recordar a sus difuntos.

A diferencia de años anteriores, donde el pueblo se llenaba de galas y recibía visitas nacionales e internacionales para ser testigos de sus tradiciones que son celebradas desde épocas prehispánicas.

Hoy, 2 de noviembre del 2020 en un contestó mundial de pandemia las calles de pueblo luces solas, locales cerrados y sólo algunos lugareños realizan actividades al exterior mientras, el resto desde casa enciende no sólo una luz, sino el recuerdo entero de sus ancestros en una tradición que se niega a quedar en el olvido.