La imagen de un hombre caminando por una autopista cargando leña es una escena que puede repetirse decenas de veces en Venezuela. Las fallas en la distribución de gas y los cortes eléctricos han llevado a los habitantes de pueblos y de algunas ciudades a talar árboles en zonas verdes de sus comunidades o, incluso, en parques nacionales.

La situación ha generado alarma en las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) ambientalistas del país, pues día a día crecen las denuncias por cortes en la capa vegetal.

«Es una realidad que en las áreas naturales protegidas, incluso áreas alrededor de los ríos, aunque no sean un parque nacional pues, está extrayéndose madera», dijo a Efe el gerente general de la ONG Fundación Tierra Viva, Alejandro Luy.

AUSENCIA DE DATOS

No hay datos oficiales, pero lo que sí se encuentran son indicios de una deforestación «disgregada» e «indiscriminada» para ser usada como leña.

«No sabemos cuál es la magnitud, pero sí sabemos que está ocurriendo (…) hay una alerta. En términos del ambientalismo sabemos que está la presión sobre los bosques debido a un aumento en la demanda de leña para cocinar«, dijo a Efe Carlos Peláez, miembro de la ONG Provita.

Peláez, biólogo de profesión, realizó junto a un grupo de ambientalistas, miembros de otras organizaciones e instituciones, un estudio cualitativo para «corroborar» si la leña estaba siendo utilizada como sustituto del gas doméstico y las fuentes de obtención de la misma.

A través de una consulta distribuida de manera virtual, con el apoyo de organizaciones civiles que mantienen contacto con las comunidades que han reportado el uso de leña para cocinar, los ambientalistas pudieron obtener información sobre esta práctica en 21 de las 24 entidades del país, incluidas ciudades.

Los ambientalistas no pudieron obtener información sobre los estados Apure, Barinas (oeste) y Distrito Capital.

Si bien la consulta no es suficiente para medir el impacto en zonas verdes, sí arrojó una idea de las fuentes de obtención de la leña y entre ellas están los árboles que se encuentran en los patios o jardines de casas, en los terrenos baldíos, en las plazas, calles, avenidas y en las áreas naturales.

Es así como, tan solo a una hora de Caracas, en un viaje de placer, se puede observar a personas buscando leña en algún matorral o a las orillas de una carretera, cuenca o montaña, como ocurre en Charallave o Los Valles del Tuy, ubicados en el estado de Miranda (centro-norte).

En esta misma zona se encuentran ejemplos de la primera causa de deforestación, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en América Latina: la expansión de la agricultura y cultivos.

Algunos practicantes de este tipo de actividades no tienen en cuenta este dato y, en medio de la crisis venezolana, traducida en ausencia de gas, electricidad y un poder adquisitivo casi nulo, habitantes de sectores rurales han tenido que buscar alternativas para alimentarse, por lo que han recurrido a desforestar terrenos baldíos o zonas boscosas para cultivar.

Indicadores actualizados sobre la deforestación en general en Venezuela tampoco hay. La sección de «ambientales» del sitio oficial del Instituto Nacional de Estadística (INE) da error al intentar ingresar.

Diversas ONG estiman que en los últimos años la tasa podría variar entre el 2 % y 4 % anual.

AUTORIDADES «PROMUEVEN» EL USO DE LEÑA

A los ambientalistas de Venezuela les preocupa la expansión de este tipo de actividades, la ausencia de datos oficiales, pero sobre todo que desde las instituciones públicas se «promueva» el uso de leña para cocinar ante la crisis por la falta de gas que se ha profundizado en los últimos tres años y los constantes cortes eléctricos desde hace una década.

El representante del Gobierno de Nicolás Maduro en el estado de Nueva Esparta (noreste), Dante Rivas, recomendó el pasado agosto a los habitantes de esa zona insular «rendir» el gas y usar leña para cocciones de alimentos que requieran más tiempo.

Nueva Esparta es uno de los estados con mayores ecosistemas sensibles. Allí se encuentran manglares que, según ha denunciado Provita, se han visto afectados por tala.

En la región de Los Andes, en el oeste del país, el jefe de la zona defensa, el mayor general Ovidio Delgado Ramírez, indicó el pasado octubre que iniciarían un plan para repartir leña y que la misma provendría de los árboles arrastrados por las corrientes en los ríos.

LOS «MÁS AFECTADOS»

Según la Comisión de Ambiente del Parlamento, de mayoría opositora, la tala como consecuencia de la falta de gas y luz se registra con mayor incidencia en los estados del oeste del país por encontrarse más lejos de la «única» planta operativa para distribución de gas, el Complejo Petroquímico José Antonio Anzoátegui, ubicado en la zona este.

El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), señaló en su último informe que la principal causa de protestas durante octubre en el país fue la escasez de gas y contabilizó 431 manifestaciones, al tiempo que alertó sobre el impacto que esta situación está ocasionando en zonas verdes, campos y parques.

Pese a esta alerta, la presidenta de la Comisión Ambiente del Parlamento, María Gabriela Hernández, indicó que la más destacable «pérdida de la capa vegetal o deforestación» está «presente en el denominado Arco Minero del Orinoco», ubicado en el sur del país con una extensión de 111.843,70 kilómetros cuadrados para la búsqueda de oro, diamantes y níquel.

El Parlamento, de mayoría opositora, ha denunciado un «ecocidio» en esta zona, mientras el Gobierno de Maduro habla de una «minería ecológica» que las ONG ambientalistas rechazan y, por el contrario, recuerdan que por la deforestación el país pierde biodiversidad, se desestabilizan las laderas montañosas y además se reducen la productividad de las cuencas hidrográficas.