La pandemia con su maldita vorágine no  ha hecho más que evidenciar las carencias, flaquezas e insuficiencias organizativas, de gestión y de toma de decisiones. Y los procesos de vacunación no podían quedar tampoco exentos.

De cara a concluir el primer mes de enero, son contados con los dedos los países que avanzan en sus campañas de vacunación: Israel va a la cabeza inyectando a casi todos los grupos etarios ha pasado a incluir a adolescentes de más de 14 años con el permiso de los progenitores; le sigue, Emiratos Árabes Unidos que ha inmunizado al 25.1% de su población un total de 2.5 millones de personas; Reino Unido con el 10.1% de su población, se trata de más de 6 millones de habitantes; Bahréin con el 8.5% ha inoculado a más de 120 mil personas; después está, EU con el 6.2% más de 20 millones de personas; Malta con el 4.3% son más de 22 mil habitantes; le sigue, Dinamarca con el 3.5% de la población cerca de 210 mil personas; Eslovenia con el 2.7% son 54 mil habitantes y España, con el 2.5% superando el millón de personas.

En Madrid se han paralizado las vacunaciones al menos por dos semanas porque ya no hay más viales solo quedan los resguardos para la segunda dosis de refuerzo; la meta de llegar al verano con el 70% de la población adulta inyectada anticovid se observa lejanísima.

A este ritmo, según cálculos de diversos epidemiólogos e inmunólogos, el país ibérico podría demorar entre 3  a 5 años en alcanzar su objetivo poblacional; desde el pasado 27 de diciembre, Pfizer-BioNTech se comprometió a enviar a la UE cada semana millones de dosis de las que a España le corresponden 350 mil pero recién anunció que bajará el ritmo del suministro aduciendo ajustes en su planta de producción en Bélgica.

La biotecnológica norteamericana Moderna también ha comenzado  a suministrar a la UE bajo un ritmo sosegado porque su prioridad es abastecer a  la Unión Americana  como en el caso de  la británica AstraZeneca es hacerlo  con Reino Unido para surtirle 100 millones de dosis.

Y en esa preeminencia cuenta no solo el precio pagado, sino también el color de la camiseta nacional, para la UE es intolerable así lo hizo saber a Pascal Soriot,  CEO de AstraZeneca, a tal punto de amagarlo con llevar los contratos ante los tribunales.

A COLACIÓN

Para Kyriakides lo que está pasando en la reducción de los compromisos de AstraZeneca es que la compañía está privilegiando a Reino Unido y esa prioridad incluye que el propio gobierno revende viales a terceros países.

De la exhibición de los contratos firmados, la UE pretende una intimidación que poco afecta  a unas farmacéuticas protegidas con  cláusulas que las exime de cualquier responsabilidad “a lo largo de cuatro años” por efectos adversos provocados por las vacunas; el responsable directo, según las cartas legales, son los respectivos gobiernos y sus autoridades sanitarias.

La UE está en un atolladero porque Pfizer-BioNTech ha reducido los envíos semanales; la de AstraZeneca solo llegará el 25% del cupo contratado y prepagado, mientras la vacuna de Moderna será limitada.

Jens Spahn, ministro de Salud de Alemania, advirtió que la UE pasará al menos “diez semanas” muy duras por la escasez de los viales evidenciando su preocupación ante la nueva cepa británica.

Hasta el momento, ni la pandemia, ni la vacuna, han estado un solo minuto exentas de la geopolítica predominante: no hay vacunas para la UE pero sí para Arabia Saudita que ha pagado tres veces el  precio del contrato europeo para que AstraZeneca  rápidamente le dé  tres millones de dosis pagadas a más de 8 dólares por vial.

La UE ha decidido ir más allá en su pleito con AstraZeneca  y para ello implementará de forma inminente un mecanismo que permitirá  prohibir las exportaciones de vacunas bajo el argumento de “asegurar la transparencia y recabar información”.

Con dicho control sabrá en tiempo real toda la información acerca de la producción y exportación de las vacunas anticovid fabricadas en el suelo comunitario de los 27 países miembros de la UE.

Hay urgencia, la gente necesita inmunizarse y quedar ajena a disputas comerciales, a colores nacionales e intereses geopolíticos… llegó el momento de salvar la vida y la bolsa.