Muchas empresas están preparando sus propias apps sobre todo dirigidas a abrir corredores turísticos seguros comenzando por los medios de transporte, los hoteles, la hostelería y el ocio.

La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés)  está diseñando una app gratuita denominada Travel Pass; cada aerolínea será libre o no de suscribirse y de exigir a sus clientes que estén vacunados o bien lleven una PCR negativa.

Ya British Airways  utiliza su pasaporte sanitario y muy seguramente otras compañías europeas secundarán la idea para crear un entorno de  seguridad y de  confianza para los viajeros.

Hace unos días atrás, le pregunté su opinión al respecto del pasaporte sanitario anticovid a Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en su respuesta fue tajante al señalar que debe  tenerse “mucho cuidado con un objetivo como ese”; al tiempo que mostró su preocupación por los aspectos éticos, en el caso de las personas que necesitan trabajar y carezcan de una tarjeta sanitaria, porque no tengan puesta todavía la vacuna del SARS-CoV-2.

Los gobiernos de varios países están organizando sus propios esquemas y ni siquiera lo hacen en consenso con la población en un tema tan delicadamente sensible que podría  derivar en discriminación y exclusión; de acuerdo con Barbosa, a la fecha, la vacuna  de la fiebre amarilla es la única exigible según convenio internacional.

Lo del pasaporte sanitario tampoco es visto con buenos ojos por Adolfo Favieres, embajador para España y América Latina del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés).

También tuve la oportunidad de hablar con él del tema y me comentó que un pasaporte como tal  es una medida excluyente porque la gente que esté sin vacunar o sin pasar la infección no podrá acceder al salvoconducto.

Al respecto, Favieres puntualizó, que quizá exista alguna distorsión de una idea porque lo que sí sería muy conveniente sería establecer un health pass; un pase de salud en el que consten todos los datos personales incluidos si se han puesto la vacuna o si han enfermado por coronavirus; si la persona se ha hecho pruebas serológicas o de antígenos o bien todas las pruebas relativas al coronavirus.

“Lo que está ocurriendo aquí muy desde el principio de la pandemia y todavía un año después seguimos en ello, es que hace falta una solidaridad pero también un marco internacional de movilidad que sea universalmente aceptado; por ejemplo, cada país tiene sus propias medidas restrictivas diferentes y es imprescindible que haya un marco internacional de movilidad en esta pandemia”, explicó el destacado empresario español.

A COLACIÓN

Como en casi todos los temas, la Unión Europea (UE) tampoco se pone de acuerdo en torno a la posibilidad de implementar un pasaporte sanitario o un pase de salud anticovid.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ve con buenos ojos este tipo de carnet entre la población que vaya siendo vacunada y aquella que haya pasado el contagio.

Sin embargo, no hay consenso al interior del club de los 27 países miembros,  Bélgica y Francia, se oponen porque lo consideran excluyente y discriminatorio dado que vulneraría libertades fundamentales y podría profundizar brechas sobre todo en el mercado laboral; inicialmente Alemania tampoco lo veía bien ahora parece que ha cambiado de opinión.

Otros países como Grecia, Polonia,  Suecia, Dinamarca, Finlandia  y España lo ven favorable si bien Italia esgrime que  va en contra de la propia Constitución.

Para Arancha González Laya, ministra de Exteriores de España,  un documento de esta especie es un “elemento muy importante” para garantizar el regreso a la movilidad con seguridad y todo apunta será inevitable.

Hasta el momento, ni niños, ni adolescentes, ni personas embarazadas ni con algunas patologías previas como alergias o asma están recibiendo la vacuna contra el coronavirus. Lo que se sabe es que en Israel han vacunado a la población a partir de los 16 años de edad.