A pesar de la pandemia, en un momento de tensiones en el mar de la China Meridional y con la mirada puesta en los próximos movimientos del nuevo presidente estadounidense, Joe Biden, el presupuesto de Defensa de China, que se dará a conocer en la cita anual del Legislativo, podría crecer más de un 7 % este año.

En las últimas semanas, Washington ha intensificado sus operaciones de reconocimiento en esa zona, a lo que China ha respondido con maniobras militares de un mes de duración y el aviso de que no está dispuesta a perder «ni un centímetro de tierra».

A estos ejercicios hay que sumar la puesta a punto del nuevo armamento, señala el diario nacionalista Global Times, que incluye helicópteros, buques de asalto anfibio, cañones-obús de 155 milímetros, el tanque ligero Tipo 15, los cazas de quinta generación J-20 o la construcción de hasta siete portaaviones para 2025.

También han sido habituales operaciones para reabastecer su flota en el mencionado mar Meridional -área de importancia estratégica por la que pasa buena parte del comercio mundial- o incursiones en la Zona de Identificación de Defensa Aérea de Taiwán, que se gobierna de manera autónoma desde 1949 pero cuya soberanía reclama Pekín.

Desde la cartera de Defensa reiteran que las fuerzas chinas «no son ninguna amenaza para nadie», pero también urgen a otros países, en velada advertencia a EEUU, a que se abstengan de «provocar».

«Mejorar la capacidad de combate real» con vistas a mejorar su experiencia sobre el terreno es otra de las máximas del Ejército Popular de Liberación (EPL), para lo cual realiza ejercicios «más duros y desafiantes», indican analistas citados por la prensa local.

EL PRESUPUESTO DE DEFENSA, A EXAMEN

En este contexto, está previsto que la Asamblea Nacional Popular (ANP, Legislativo) anuncie durante su reunión anual el presupuesto que destinará oficialmente a la partida de Defensa en 2021.

El experto Song Zhongping pronostica para el rotativo Global Times un crecimiento del 7 %, más que en 2020 pero por debajo de una cifra de dos dígitos, pese a un menor avance del PIB o los recortes presupuestarios por la covid.

En los últimos cinco años, la partida para Defensa avanzó un 7,36 % de media, siendo la mayor subida la de 2018 (8,1 %) y la menor, la del año de la pandemia, cuando se elevó un 6,6 %.

«Hasta ahora, China lo ha mantenido en alrededor del 1,3 % de su PIB, una cifra muy por debajo del promedio global, que está en el 2,6 %», asevera Song, que cita el «aumento de las tensiones» como una de las razones para presentar un presupuesto relativamente alto.

Otros académicos como Ling Shengli apuntan a la necesidad de China de disuadir a un EE. UU. que, ya con Biden al mando, «está decidido a seguir presionando a Pekín».

«El creciente gasto en Defensa es necesario en este contexto. En general, la pandemia y la recesión económica han afectado al gasto militar mundial, pero no son factores decisivos», subraya.

CONTINÚAN LAS TENSIONES CON WASHINGTON

El Ejército chino, el mayor del mundo en número de efectivos, está en pleno proceso de modernización para convertirse en uno de «clase mundial» -en palabras del presidente chino, Xi Jinping- capaz de competir de tú a tú con Estados Unidos.

A sus ojos, China quiere blindarse ante lo que considera intentos de desestabilización, «amenazas externas» o «la posibilidad de que los focos candentes se conviertan en conflictos», según Song.

Otro académico, Su Xiaohui, citado por el diario hongkonés South China Morning Post, agrega que los líderes chinos están observando muy de cerca a la nueva administración de Biden, que busca «reconstruir alianzas para contrarrestar a China» en el campo militar pero también en el económico, el tecnológico y el diplomático.

«Los estrategas chinos piensan a largo plazo respecto a la competición con Estados Unidos. Es cierto que Biden podría fortalecer esa red de alianzas, pero sobre todo piensan que va a ser menos nocivo para su propio país de lo que lo fue Donald Trump», explica a Efe el investigador del Centro de Política Global Carnegie-Tsinghua Tong Zhao.

China se ha mantenido escéptica ante la llegada de Biden, pero ya le ha reprendido por «intentar desacoplar las economías de ambos países por la fuerza», después de que el mandatario anunciase una nueva política para revisar la estrategia de suministro estadounidense en sectores clave como los microchips.

Y aunque Biden prometió otro enfoque diferente respecto a Trump, por el momento su Gobierno no parece tener demasiada prisa por poner fin a los conflictos que mantiene con Pekín.

Las relaciones entre ambos se deterioraron enormemente durante la era Trump hasta el punto de que los dos países viven uno de sus peores momentos desde que establecieron relaciones en 1979.

Además de la imposición mutua de aranceles comerciales hay que sumar la inclusión de empresas chinas en la lista del Departamento de Defensa de EE. UU. acusadas de estar controladas por el Ejército chino o los reproches a cuenta del origen del coronavirus, de los recortes de libertades en Hong Kong o por la situación de los derechos humanos en la región occidental china de Xinjiang.