Un tribunal de Myanmar presentó este lunes nuevos cargos contra la líder del gobierno depuesta y nobel de la paz, Aung San Suu Kyi, en medio de nuevas protestas contra la junta militar y bombardeos en zonas de las minorías étnicas.

Suu Kyi, de 75 años y bajo arresto domiciliario desde el golpe de Estado del pasado 1 de febrero, compareció por videoconferencia ante un tribunal en Naipyidó y se encuentra en «aparente buena salud», declaró a los periodistas el letrado Khin Maung Zaw.

El abogado señaló que Suu Kyi está acusada de vulnerar la ley para la gestión de desastres naturales, cargo relacionado con los protocolos por el covid-19 y que se le imputa por segunda vez.

Khin Maung Zaw también explicó que la Policía solo permitió la entrada en el tribunal en la capital de una abogada asistente, Minin Soe, y que la corte ha aceptado a los seis letrados elegidos por la nobel de la paz para que la representen.

Suu Kyi ha carecido formalmente de defensa durante parte de su procesamiento desde su arresto.

El nuevo caso se suma a una retahíla de seis cargos presentados contra la nobel de la paz, que también ha sido acusada de corrupción por los militares, aunque esta denuncia aún no ha sido formaliza por un tribunal.

El cargo más grave presentado contra la líder derrocada es el de violar la Ley de Secretos Oficiales, presentado el 1 de abril ante un tribunal de Rangún y que acarrea una pena máxima de 14 años de prisión.

Suu Kyi se enfrenta además a varios delitos como importar ilegalmente walkie-talkies (aparatos portátiles que transmiten y reciben) y amenazar la seguridad nacional.

La próxima vista ante el tribunal de Rangún está programada para próximo 22 de abril, mientras que comparecerá el día 26 ante la corte de Naipyidó.

Las acusaciones han sido rechazadas con contundencia por los letrados de Suu Kyi, que en total pasó 15 años bajo arresto domiciliario durante el anterior periodo de dictadura militar (1962-2011).

El proceso contra Suu Kyi, otros miembros del Gobierno electo y el presidente depuesto, Win Myint, se celebra mientras las fuerzas de seguridad reprimen con violencia el movimiento de desobediencia civil que reclama la vuelta a la democracia.

Pese a la brutal represión de los uniformados, que disparan a matar a los manifestantes, ciudadanos volvieron a las calles Myanmar para expresar su rechazo a la junta militar liderada por el general golpista Min Aung Hlaing.

En Monywa, una multitud lanzó globos al aire en señal de desafío, mientras que en otros lugares recurren a iniciativas originales como dejar sandías o vasos de té para evitar confrontaciones.

El tesón de los manifestantes es implacable a pesar de la violencia de los militares, que solo el pasado viernes mataron al menos a 82 personas tras usar fusiles y hasta artillería contra una protesta en Bago, ciudad situada unos 70 kilómetros al noreste de Rangún.

Más de 700 personas han muerto a raíz de la brutal represión efectuada por las autoridades contra las manifestaciones en rechazo a los uniformados, conforme a los datos verificados por la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos.

El ejército de Myanmar justifica el golpe de Estado por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido de Suu Kyi, como ya hiciera en 2015, y que fueron considerados legítimos por los observadores internacionales.