Grecia presentó este jueves su plan estratégico para proteger los monumentos y sitios arqueológicos de los efectos producidos por el cambio climático como son la desertización, el aumento de los incendios forestales o la subida del nivel del mar.

Según informó en una rueda de prensa la ministra de Cultura y Deporte, Lina Mendoni, este programa estará enfocado en la prevención a largo plazo y se desarrollará en varias fases hasta 2050, fecha en la que el impacto del clima en el patrimonio cultural podría ser irreversible.

La primera parte del plan se extenderá hasta 2025 e incluirá acciones como la elaboración de un listado de vulnerabilidad climática nacional y la adaptación de aquellos sitios arqueológicos que corran más peligros según los estudios que elaboren los expertos.

Uno de los primeros proyectos tendrá lugar en las ruinas de Delfos, ya que la antigua ciudad, que albergó uno de los principales oráculos de la Antigua Grecia, se ve asediada por los desprendimientos de rocas para las que se cavarán zanjas y pondrán alarmas.

En otros sitios arqueológicos como los palacios de la milenaria civilización minoica de Creta se ampliará la red de drenajes de agua y se protegerá el suelo contra la erosión para evitar las inundaciones.

Además del agua, el aumento de las temperaturas y la sequía con el consecuente incremento de los incendios preocupan a las autoridades griegas, por lo que que en sitios como la antigua ciudad de Filipos, patrimonio mundial de la Unesco, se instalarán cortafuegos y lanzadores de agua.

Hace apenas dos semanas se produjo un incendio a 60 kilómetros de Atenas que asoló más de 5 mil hectáreas y destruyó dos monasterios.

Asimismo, el año pasado el sitio arqueológico de Micenas fue alcanzado por un fuego declarado en las proximidades y se quemaron algunas zonas del monumento, como el ala este del Palacio, aunque se evitaron daños mayores gracias a la actuación de los bomberos.

Aparte de los monumentos exteriores, el plan también recoge la mejora de los museos donde se actualizarán las instalaciones energéticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Además del valor cultural de todos los sitios arqueológicos, estos también tienen un fuerte peso en la economía helena al ser uno de los principales reclamos de un país donde en torno al 25 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) proviene del turismo.