Johannesburgo, 27 nov (EFE).- Sudáfrica y sus científicos recibieron con impotencia y disgusto la drástica reacción y el aislamiento internacional del sur de África tras la detección de la variante ómicron, si bien el Gobierno del país debate también si tomar medidas adicionales pese a las aún bajas tasas de contagio.

«Esta última ronda de prohibiciones de viaje es como castigar a Sudáfrica por su avanzada secuenciación genómica y por su capacidad para detectar variantes más rápido. Una ciencia excelente debería ser aplaudida, no castigada», criticó este sábado en un comunicado el Ministerio de Exteriores sudafricano.

«Apuntamos también que las nuevas variantes fueron detectadas en otros países. Esos países no tienen vínculos recientes con África del sur. Merece la pena hacer notar que la reacción a esos países es marcadamente diferente», lamentó la cartera.

«Draconiana», «injustificada» y «contraproducente» fueron los calificativos que ayer utilizó el ministro de Sanidad sudafricano, Joe Phaahla, para describir la drástica reacción internacional con los países australes africanos.

El Gobierno que encabeza Cyril Ramaphosa lamentó, además, la escasa voluntad de diálogo del resto de países y los graves efectos que el miedo y las prohibiciones tendrán en la debilitada economía sudafricana, especialmente en el turismo, justo a las puertas del verano austral.

Las cifras de contagios en Sudáfrica, por el momento, se mantienen relativamente bajas (2.828 nuevos casos este viernes, entre una población de unos 58 millones), pero en los últimos días viene en rápido aumento, especialmente en la provincia de Gauteng (donde están Johannesburgo y Pretoria).

En ese contexto y con indicios de que ese veloz incremento podría ser culpa de la variante ómicron, el Gobierno sudafricano programó hoy una reunión del consejo que estudia las restricciones en el país.

Las autoridades sanitarias, mientras, insisten en la importancia de la vacunación -que en Sudáfrica ronda el 24 % y cuyo ritmo se había ralentizado en las últimas semanas- y recalcan que nada apunta a que las fórmulas existentes no vayan a ser eficaces, como mínimo, contra la enfermedad severa.

IMPOTENCIA ENTRE LOS CIENTÍFICOS Y CIUDADANOS

El disgusto por la reacción internacional lo comparten también los científicos sudafricanos, que ven con impotencia cómo la política de transparencia temprana y la alta capacidad de secuenciación del país -cultivada en otras crisis, como la lucha contra el VIH, que tiene una alta prevalencia en Sudáfrica- resulta en aislamiento en vez de apoyo.

Solo unas horas después de anunciar la nueva variante el pasado jueves, el científico Tulio de Oliveira, la gran figura de referencia en secuenciación genómica en Sudáfrica, lanzaba una plegaria en las redes sociales para que el mundo «diera apoyo a Sudáfrica», incluido en el terreno financiero, en vez de «discriminarla y aislarla».

Su ruego, sin embargo, cayó en saco roto y esa misma noche Reino Unido e Israel impusieron restricciones.

El viernes, en cascada, hicieron lo mismo multitud de países de todo el mundo, desde la Unión Europea y Estados Unidos a Australia o Marruecos.

«Es muy ingenuo por parte de los países pensar que pueden prevenir (así) la importación del virus», afirmó hoy a Efe el vaccinólogo Shabir Madhi, uno de las figuras científicas líderes de la campaña de inmunización y de la respuesta pandémica en Sudáfrica.

«El hecho de que tengamos un nivel tan alto de secuenciación (genómica) parece estar jugando contra nosotros, en vez de contribuir globalmente a la lucha contra la pandemia. Nuestra capacidad de secuenciación es fenomenal, simplemente estamos por delante y tenemos un programa más robusto que incluso muchos países ricos y por eso podemos identificarlas tan rápido», apuntó.

Entre los sudafricanos de a pie y en los países vecinos la drástica reacción internacional también se recibió con estupor y decepción y las redes se llenaron de mensajes críticos.

«Ponen difícil a África conseguir vacunas. Cuando África reporta nuevas variantes nos estigmatizan», reprochaba en Twitter el empresario mediático de Zimbabue (otro de los países afectados por las restricciones) Trevor Ncube.

Paralelamente, centenares de viajeros que se encontraban en Sudáfrica se han visto de súbito privados de vías de regreso.

«Creo que estamos todos muy frustrados porque no es algo que podamos controlar, pero sin embargo estamos siendo castigados por ello», cuenta a Efe Jeremy Carlsson, un sudafricano que debe regresar a España, donde reside, y no sabe si podrá volar.

José Luis Ayxela y Tona Frigola partieron con normalidad el jueves desde Barcelona para abrazar por primera vez a su nieto en Johannesburgo, a quien aún no conocían por culpa de la pandemia. Poco después de aterrizar empezaron a llegarles las noticias sobre la nueva variante.

«Hemos hecho el viaje normal, con PCR y la vacunación y la escala (…) A las cuatro horas me han empezado a llegar mensajes de España diciendo que igual nos íbamos a quedar atrapados», comparte con Efe Tona Frigola.

«Yo creo que, como es una novedad, las cosas volverán poco a poco a su sitio», agrega optimista, pese a no saber si regresarán a casa la fecha prevista.

Nerea González