El olor a quemado, las paredes calcinadas y los restos de lo que fue una casa dejan una imagen desoladora en el límite del poblado de Versalles, junto a lo que ha sido el mayor incendio industrial en la historia de Cuba.

Aunque el siniestro de grandes proporciones ha sido «controlado» después de cuatro días, todavía se siente el calor de los focos aislados y activos.

Durante días una espesa nube de humo negro y tóxico se elevó desde ese lugar en las afueras de Matanzas (occidente), jalonada por esporádicas explosiones, algunas con llamaradas de decenas de metros, que mantuvieron en vilo al país durante días.

Cuatro grandes tanques de combustible ardieron por completo, así como parte de las instalaciones circundantes.

Los equipos especializados de bomberos, la Cruz Roja y otros, trabajan ahora en esa área para lograr extinguir completamente el que ya ha sido calificado como el mayor desastre industrial de la historia de Cuba.

El pequeño poblado de Versalles, a la entrada de la zona industrial, evitó el impacto directo de la tragedia, pero no el susto.

Tras el edificio quemado en sus afueras, se aprietan el resto de sus casas, cerradas aún a cal y canto. Sus dueños, cuando comenzaron las llamas el viernes por la tarde, tuvieron que marcharse corriendo, muchos de ellos apenas con lo que llevaban puesto.

La carretera que desde Versalles da hacia los ocho depósitos de crudo, a modo de advertencia, ha quedado fulminada con restos de petróleo quemado.

La situación ha mejorado sensiblemente en las últimas horas, aunque las autoridades advierten que los riesgos persisten.

UN INCENDIO EN PLENA CRISIS ENERGÉTICA

El incendio industrial en Matanzas tuvo lugar en plena crisis energética de Cuba, que sufre crecientes apagones desde hace cuatro meses.

Solo en julio experimentó cortes en 29 de los 31 días del mes, según datos de la Unión Eléctrica de Cuba (UNE) cotejados por Efe.

Los depósitos de la base, con una capacidad de almacenamiento de 50.000 metros cúbicos, son unos de los más importantes en la isla ya que de ahí sale el combustible para las centrales termoeléctricas del país, responsables de dos tercios de la producción energética.

La central Antonio Guiteras, una de las mayores del país, también se salvó de las llamas, aunque se vio afectada por el siniestro. A menos de 3 kilómetros de la base, apenas este miércoles logró sincronizarse al sistema eléctrico nacional tras salir el lunes por problemas derivados del siniestro.

Las autoridades dijeron en un principio que el incendio no complicaría el funcionamiento de la misma, pero admitieron que tenía almacenamiento solo para 48 horas. La instalación sufrió además problemas de refrigeración.

Por el momento, el Gobierno cubano no ha difundido estimaciones sobre el costo económico de este suceso, que ha dejado un muerto y 128 lesionados, así como 14 desaparecidos (en su mayoría bomberos).

Además, más de 4.000 personas fueron evacuadas de sus casas en los repartos más próximos al siniestro y alojados con familiares o en albergues gubernamentales improvisados.

Ellos son algunos de los que volverán en los próximos días —cuando se estime seguro— a sus casas y verán, al final de Versalles, esta imagen desoladora.