La Policía Nacional de Colombia homenajeó este sábado a los siete agentes asesinados en una emboscada en el departamento del Huila (suroeste) el día anterior.
Ante un letrero que rezaba «Que el sacrificio de miles de policías colombianos no sea desconocido por las futuras generaciones», decenas de agentes se congregaron en la Dirección General de la Policía en Bogotá, y en otras partes del país, para guardar un minuto de silencio por sus compañeros asesinados.
Además, estaban las imágenes de los siete agentes, los intendentes Wilson Jair Cuéllar Losada y Luis Alberto Sabi Gutiérrez, los patrulleros Duverney Carreño Rodríguez y Jhon Fredy Bautista Vargas, y los auxiliares Santiago Gómez Endes, Cristian Ricardo Cubillos Borbón y Arles Mauricio Pascuas Figueroa.
También se celebró una misa «por el descanso eterno» de los policías que en «cumplimiento del deber ofrendaron sus vidas», señaló en un comunicado la Policía.
«Colombia está de luto. Rechazamos cualquier ataque contra la vida pues es un ataque contra quienes la protegemos: los policías. Es una agresión contra sus familias, hijos, amigos y vecinos. No habrá impunidad para quien enfrente un policía», agregó la institución a través de un mensaje en sus redes sociales.
El ataque, cuyos autores no han sido identificados, tuvo lugar en las afueras de San Luis, un caserío que hace parte de la zona rural de Neiva, la capital de Huila, según las autoridades.
Al parecer, los policías iban de regreso a la comisaría a la que estaban adscritos tras una jornada de trabajo en el corregimiento de San Luis cuando fue activado un campo minado al paso de la camioneta en la que se transportaban.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, junto al ministro de Defensa, Iván Velásquez, el del Interior, Alfonso Prada, y el director general de la Policía, Henry Armando Sanabria Cely, se desplazaron en la noche del viernes hasta Neiva para instalar un puesto de mando unificado.
Se trata del primer ataque contra la fuerza pública desde que Petro llegó al poder, cuando se paralizaron las ofensivas contra la fuerza pública mediante el llamado «plan pistola» impulsado principalmente por la banda criminal del Clan del Golfo.