Por: Tecnológico de Monterrey, Campus Hidalgo

 

Cuando hablamos de la formación de adolescentes y jóvenes en la actualidad, se puede decir que, están dotados de herramientas tecnológicas y a su vez, cada vez más experiencias que los acercan a la vida profesional, hay aspectos de suma importancia en su desarrollo que no están del todo cubiertos y que necesitan ser fomentados con intencionalidad.

La esfera espiritual del ser humano, más que apegarse a la parte religiosa, se refiere de alguna manera al poder encontrar un sentido de vida, de una conexión interna al reconocimiento de algo más grande y de mayor significado que sí mismos. Pareciera un tema complicado y al que se le ha dado poco interés, pero día a día cobra mayor relevancia cuando se pueden ver generaciones que se están proyectando caracterizadas por darle valor a su vida de acuerdo a la cantidad de artículos adquiridos, de viajes realizados y de experiencias desafiantes vividas, y no necesariamente experiencias que han de nutrir esta esfera.

Es entonces que encontramos un vacío espiritual que difícilmente ha de llenarse con elementos materiales, ha de suplirse con experiencias que confunden con satisfacción, una sensación momentánea que al paso del tiempo vuelve a dejar en el mismo lugar, en algunos de los casos, los excesos a los que han de enfrentarse van distanciando a cada uno de ellos de encontrar realmente un sentido de vida.

No ha de satanizarse tampoco la diversión y el esparcimiento necesarios y propios de la edad, pero es entonces una oportunidad para las familias y las instituciones educativas el volcar los esfuerzos por brindar el conocimiento y los espacios que nutran poco a poco la esfera que poco se ha procurado y que mucho beneficio trae a cada individuo, por ejemplo, el poder darle el valor merecido a cada experiencia vivida, y la búsqueda de trascendencia en cada una de sus acciones.

El alimentar en cada etapa del desarrollo la esfera espiritual, resultará entonces como una herramienta que ayude a adolescentes y jóvenes a ser cuidadosos, solidarios, empáticos y comprometidos consigo mismos y con los demás, pudiendo hacer frente con una mayor capacidad de resistencia a cada uno de los conflictos, pues probablemente cada uno de estos represente más una oportunidad que una dificultad.

 

Monserrat Estrada Sánchez

Coordinación de Asesoría y Prevención

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