Con temperaturas máximas de entre 27 y 28 grados centígrados y “un sol que quema”, en los últimos días, prolifera la venta de helados y nieves, fruta picada y aguas frescas, tanto en la vía pública como en las heladerías, pues es lo que más se antoja comer y beber.

Con un triciclo en donde acondiciona cajas refrigerantes para sus nieves y helados, además de un plástico que le cubre del sol abrazador, Joaquín Rosales transita por las escuelas de las colonias Magisterio Digno, Tulipanes y Forjadores de Pachuca, ofreciendo sus nieves de limón, mango y fresa, las que “prepara” además con “miguelito” y chamoy líquido.

En estos días tan calurosos las ventas se incrementan; si vendo a diario entre 300 y 350 pesos, con tanto calor llego a vender hasta 500 pesos”, comenta, en tanto sirve a escolares vasitos con nieve de 5, 10y 15 pesos, de acuerdo al tamaño.

Se observan además por esas y otras colonias de Pachuca, los puestos con venta fruta picada, aguas frescas como las de crema de coco, el tepache con hielo y chile piquín, además de raspados con sabores a frutas.

Además, en un famoso puesto de helados y nieves, a un costado del Río de las Avenidas, la afluencia de consumidores es constante y los empleados se esfuerzan por atender con presteza los pedidos de nieves de queso, piñón, tequita, nueces, y muchos sabores más, todos ellos elaborados con productos naturales.

¿Un paste? ¡No! ¡Mejor un raspado!”, se escucha a un niño que transita con su madre por la calle de Guerrero, casi esquina con Plaza Juárez, en donde un vendedor se esfuerza por raspar rápido el hielo para atender los pedidos, que se incrementan entre las 11:00 y las 14:00 horas, “o hasta que se me acaba el hielo”.

En las heladerías “La Michoacana” que proliferan por doquier, las ventas se han incrementado también en los últimos y calurosos días, hasta en un 100 por ciento. “Los niños prefieren nieve, pero los adultos, aguas frescas”, se comenta.

Son las nieves, helados, raspados y aguas frescas un alivio para la sensación térmica de los pachuqueños, acostumbrados a un clima frío, y que excede con mucho a lo que marca el mercurio en los termómetros.