En estos días se cumple un año del gobierno que encabeza Omar Fayad Meneses en el estado de Hidalgo. Las opiniones y juicios que se pueden realizar en este tiempo al frente del ejecutivo son  reservados. Principalmente porque todavía es temprano para realizar una evaluación sobre las principales políticas instrumentadas hasta el momento. No obstante, lo que se pueden deducir son algunas formas específicas del ejercicio del poder político del actual gobernador.

Bajo esta lógica, Fayad ha mandado señales muy claras sobre la forma de conducirse en el gobierno. Lo que está a los ojos de cualquiera es que no le gusta el protocolo. Su estilo (personal de gobernar) es informal incluso podemos decir que reya en lo desenfadado. Su comportamiento en eventos públicos contrasta con su antecesor que solía manejarse recio, adusto, sobrio. Por el contrario, Fayad se muestra suelto, relajado y sonriente. Ese cambio en los estilos considero que le suma carisma a la persona que atiende desde la capital del estado.

Pero más allá de las formas, lo que caracteriza a Fayad es un real (o simulado) entusiasmo por comunicar las acciones de su gobierno con sobrada simpleza. Al gobernador le parece atinado reducir a la mínima expresión su lenguaje. Suele preguntar a los presentes en sus actos sobre sus preocupaciones, prioridades y demandas con el gobierno que encabeza y a cambio recibe comentarios de todo tipo pero pocos asumen una posición crítica.

Resulta paradójico que con el micrófono abierto las personas suelen se muestren retraídas a la figura del gobernador. Que, por cierto, suele agregar mucho humor en sus expresiones. Esa actitud deja cierto aprendizaje. Porque en algún momento el gobernador deberá de mostrarse serio. Quizá el buen tino que necesita para tomar decisiones trascendentes no esté peleado con su fabuloso carácter. Pero los ciudadanos buscamos con afán una persona que ejerza el poder con todo el profesionalismo que esa actividad se merece.

En términos de las acciones es un hecho que los niveles de inseguridad en el estado han aumentado considerablemente. A lo anterior, hay que sumar el robo desmedido de combustible en territorio estatal. Delito operado por profesionales del crimen.

El robo común también ha aumentado. Ahora es cada vez más frecuente conocer historias de robos en casa habitación, en la vía pública, en transporte público, etc. En este sentido, lo ocurrido hace unos meses en el municipio de Tizayuca donde masacraron a una docena de personas que asistían a una fiesta infantil prendió los focos de alarma en este particular. A partir de esa fecha el gobernador pidió ayuda a la federación para que llegara la marina y el ejército al estado de Hidalgo.

El otro tema que está muy presente en su administración tiene que ver con la sombra de la corrupción del gobierno anterior. A pesar de emprender acciones para combatir este flagelo lo cierto es que los funcionarios que son señalados son pocos y de mediano peso político.

Hay que dar un poco más de tiempo para tener un juicio más claro sobre la labor del actual gobernador de Hidalgo. Porque lo que sobresale hasta ahora es su enfado por el protocolo y su carente firmeza para resolver asuntos de Estado. De esta manera, el gobernador es visto como un profesional de la imagen y un aprendiz de político

 

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