Exactamente 32 años después del terremoto de 1985, el 19 de Septiembre, un nuevo sismo causó destrucción en varios estados de México. Este hecho ha originado las más variadas especulaciones: que si una vidente lo había predicho, que si lo habían causado los ovnis o los extraterrestres, o si se trataba de los signos del apocalipsis, o de un arma que produce terremotos.

Ovnis y extraterrestres los descartamos por falta de pruebas. Descartamos el apocalipsis porque entra dentro del ámbito de la fe y no de la ciencia. Armas de alteración del clima se están desarrollando por parte de las grandes potencias. Es incierto el grado de perfeccionamiento que han alcanzado y no hay evidencias de su uso.

La ciencia sólo puede hacer un pronóstico o sea una estimación de eventos futuros basados en la probabilidad. Por ejemplo este terremoto se dio durante un período de gran actividad solar, donde es más probable que ocurran. Que sucediera el mismo día del terremoto de 1985 fue una coincidencia.

Un isótopo radiactivo se desintegra a un ritmo constante. En un tiempo preciso, característico para cada uno de ellos, se desintegrará hasta la mitad de su masa inicial. Es el período de semi-desintegración, que se usa como un reloj que permite conocer la antigüedad de una roca o de un resto fósil. Sin embargo, es imposible saber en qué momento se desintegrará un átomo determinado de ese isótopo.

Hay científicos que consideran que algo similar ocurre con los terremotos, que serían inherentemente imposibles de predecir. Los registros estadísticos de temblores de una determinada magnitud en una determinada zona pueden permitir estimar la probabilidad de que ocurra en un cierto intervalo de tiempo, no en una fecha y un lugar determinado.

Pero lo que los seres humanos no podemos hacer, quizás lo puedan hacer algunos animales. Desde hace tiempo se han hecho referencias a los cambian de comportamiento de algunos animales ante la inminencia de un sismo. La primera referencia precisa la da un estudio publicado en el año 2010 en el Journal of Zoology.

La investigadora Rachel A. Grant de The Open University constató que el 96 por ciento de los sapos machos (Bufo bufo) abandonaron su sitio de reproducción ¡cinco días antes del terremoto de L’Aquila en Italia en 2009! El lugar se encontraba a 74 km del epicentro del terremoto. Se desconoce la forma en que los sapos detectaron el movimiento de tierra con tanta anticipación.

Aunque tuviéramos la capacidad de predicción de los sapos, ¿sería útil dar una alarma para una gran urbe como la Ciudad de México? La evacuación sería caótica y probablemente imposible. Es probable que los daños por el pánico que se apoderaría de muchas personas, serían superiores a los causados por el propio terremoto. Sin duda es una elección difícil. La concentración de millones de personas en megaciudades crea un escenario de catástrofes muy difíciles de evitar.

 

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