Por: Dr. Mario Alberto Velázquez García

La llamada guerra fría (1947- 1991) inició con los conflictos post segunda guerra mundial entre los países aliados (Inglaterra, Unión Soviética y Estados Unidos, principalmente). El presidente Harry Truman comenzó a considerar que era necesario desarrollar estrategias que contuvieran la creciente influencia de la Unión Soviética en distintas regiones del mundo.

La expansión de China en Manchuria y el amago de este país por invadir Corea generaron un enfrentamiento militar entre el ejército de Mao Zedong y los Estados Unidos. La creación de una zona de influencia soviética en Europa con los países afines como Alemania Oriental, Bulgaria, Hungría, Polonia, Yugoslavia y Rumanía establecieron una división política, ideológica y económica en esta parte del mundo.

Los Estados Unidos lanzaron el llamado Plan Marshall con el fin de generar un equilibrio mundial entre la expansión del comunismo y el capitalismo. Este país comenzó a financiar la reconstrucción de las ciudades europeas devastadas por la guerra, pero también buscó consolidar la democracia y la expansión libre mercado. Estos dos últimos elementos se volverían los ejes centrales de la política exterior norteamericana hacia el resto del mundo.

En Latinoamérica el Plan Marshall tuvo graves consecuencias.

El triunfo de la Revolución Cubana, y el apoyo de la Unión Soviética a esta isla caribeña, marcaron el inicio de una serie de intervenciones militares norteamericanas y el apoyo norteamericano a la instauración de dictaduras (Chile, Brasil, Argentina, Uruguay, entre otros) que retrasaron la generación de sistemas políticos y económicos soberanos. La región latinoamericana era considerada por los Estados Unidos una zona de control “natural”; un patio de atrás que era necesario conservar en orden para lanzarse a la batalla por el resto del mundo.

La llegada de Donal Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América ha marcado un vuelco fundamental en la política exterior norteamericana. El cambio más notorio es el fin del Plan Marshall como principio que guía la relación de este país con el resto del mundo. Estados Unidos ya no tiene como preocupación principal propagar la democracia y el capitalismo por el mundo, sino concentrase en el crecimiento propio; América primero es su nuevo principio de política internacional.

Los Estados Unidos han iniciado un retiro sorpresivo de diversas instancias internacionales tanto de orden económico, como cultural y político. Esto tiene consecuencias en la geopolítica mundial. En primer lugar, el espacio del poder no puede permanecer vacío por lo que otras potencias han comenzado a ocupar este espacio: la Unión Europea, China y Rusia.

El caso más notable es el de China. Este país que oficialmente es una república socialista se ha convertido en el mayor defensor del libre comercio frente a la actual política aislacionista de los Estados Unidos. Esto constituye una paradoja, si consideramos que en la guerra fría ambos países mantenían principios diametralmente distintos sobre las relaciones económicas internacionales.

Donal Trump está librando una guerra contra la historia de su país y del mundo, una guerra muy costosa para el mundo, pero también para los propios Estados Unidos. Cuando termine esta locura colectiva llamada Trump, Estados Unidos se dará cuenta que el mundo ha superado el paradigma de poder que los encumbró como vencedores de la guerra fría. Trump descubrirá que la historia es muy difícil de vencer.