¡Duérmete temprano que mañana ya vas a la escuela!”. Esta orden materna, que se escucha en el grueso de los hogares con niños, marca el regreso, con la vuelta a clases hoy, a la “normalidad”.

Carreras matutinas en el hogar, prisas por abordar un taxi o el transporte urbano en general, saturado; avenidas y bulevares congestionados, carreras más que caminatas para llegar a las puertas de las escuelas a tiempo y vencer al acérrimo enemigo: el reloj.

Este domingo concluye el período vacacional de Semana Santa para 628 mil 471 alumnos de Educación Básica en el estado, y el fin de semana estuvo dedicado básicamente a prepararse para el regreso a clases: terminar tareas, revisar mochilas, preparar uniformes, abastecer la despensa y el refrigerador de todo lo necesario.

Sobre todo ayer domingo, las madres de familia saturaron los supermercados para abastecerse de leche, pan de caja, carnes frías, jugos y bebidas en general para el “lunch” escolar. El resultado fue que las cajas para el pago de mercancías y las áreas de estacionamiento se saturaran.

Incluso las papelerías en las colonias abrieron la tarde del domingo, para facilitar las compras a los olvidadizos, que a última hora “recordaron” necesitar determinados artículos, o bien, se notó la necesidad de sustituir alguna libreta o lápices de colores.

Lavar, remendar, planchar los uniformes escolares es una tarea que también se lleva a cabo por lo general los últimos días de asueto, al igual que llevar a los menores a las peluquerías y estéticas.

¡Pero ya volvemos a la normalidad!”, se comenta entre madres de familia, que durante dos semanas vivieron el “caos” de no regirse por horarios, de atender a hijos llenos de energía y deseosos de actividades, o a pasivos y  “pegados” a celulares o pantallas.

Vuelvo a levantarme a las seis de la mañana, a bañarme antes que todos, a preparar desayunos, tortas para la escuela, terminar de elaborar la comida –tarea que se inició por la noche-, a levantar a los hijos, ver que se arreglen, llevarlos a la escuela e irme a trabajar”, relata Joana “N”, quien atiende un expendio de aparatos de telefonía celular.

Con tres hijos en la escuela primaria Ramón G. Bonfil, Joana depende de la ayuda materna para recoger a los niños, servirles de comer y jugar mientras lleva mamá a acompañar las tareas escolares.

Como muchas madres que trabajan fuera de casa, Joana “agradezco a Dios que aún tengo a mi madre”, pues durante las vacaciones fue la abuela quien se hizo cargo de los tres pequeños. “Yo pedí tres días de permiso, pero no me dieron más”.

 

“Llegan cansados, con sueño, pero pronto retoman el ritmo”: maestras

Mientras tanto, maestras como María del Carmen, quien se desempeña en la escuela primaria 18 de Marzo, acepta que el primer día de clases suele ser un tanto anormal: “llegan cansados, muchas veces con sueño, quieren platicar de lo que hicieron en vacaciones… pero en dos días ya estamos con el ritmo normal de actividades”.

Sobre el caos que suelen ser las vacaciones en casa, Carmen sólo sonríe y comenta: “es lo que les digo a unas madres, que a ellas se les dificulta controlar dos o tres niños… yo tengo que controlar a 42… y eso sólo se consigue planeando las actividades, con paciencia y liderazgo… y con algún que otro grito, la verdad”.