La fiebre del Mundial se apoderó este miércoles de la Plaza Juárez de Pachuca, en donde cerca de 800 aficionados hidalguenses se dieron cita para sufrir el partido en el que el combinado nacional cayó 3-0 ante su similar de Suecia, pero que gracias a un inesperado regalo de Corea del Sur, que sorpresivamente derrotó a Alemania 2-0, le dio el pase a la selección mexicana.

Poco antes de las 9 de la mañana ya se vivía el ambiente tricolor en la Plaza Juárez, pues se empezaban a acercar personas con la playera verde o blanca del tricolor, quienes empezaban a ocupar los lugares que se habían dispuesto frente a una pantalla gigante instalada en la Plaza.

Con entusiasmo y optimismo, los aficionados se hacían presentes, seguros de que la selección nacional mexicana clasificaría ante la selección sueca, que venía de perder 2-1 ante los alemanes

El Pachuquita en la Plaza Juárez mirando el partido.
El Pachuquita en la Plaza Juárez mirando el partido.

Allí se encontraba el famoso Pachuquita, alentando a la selección, así como amas de casa, señores, empleados, burócratas y estudiantes de secundaria tránsfugas que se salieron un rato de sus trabajos o que mataron clase para irse de pinta a ver el partido.

Sin embargo, la historia fue bien diferente desde el arranque del partido, pues el combinado sueco desde el inicio fue dominador absoluto del juego, lo que poco a poco convirtió el optimismo de los aficionados, en tensión y preocupación al ver que en el cotejo la escuadra de Juan Carlos Osorio se veía impotente ante los escandinavos.

Suecia supo maniatar a la escuadra mexicana, lo cual no pasó desapercibido para los asistentes, que conforme transcurría el juego veían como los suecos se acercaban más al arco defendido por Guillermo Ochoa, con sendos remates de Emil Forsberg, de Berg y de Granqvist que ponían los pelos de punta a los hinchas hidalguenses.

En la primera parte, un gran suspiro de alivio hubo entre los asistentes, cuando el árbitro Pitana había señalado una pena máxima por unas presuntas manos del “Chicharito” Javier Hernández, pero gracias a la tecnología del VAR, declinó la marcación para beneplácito de la afición que ya se mostraba inquieta.

Las únicas emociones del primer tiempo para los aficionados que vieron este juego en pantalla grande, fueron gracias a remates de Miguel Layún y un tiro que pasó cerca del arco sueco, a cargo de Carlos Vela.

Así se fue la primera mitad, con un 0-0 que dejaba inquietud en el ambiente, la cual se disipó un poco gracias a que hubo pastes para todos, mismos que volaron, con cierta desorganización en su entrega, pues aunque había fila, como siempre no faltó los que ponen el desorden y eso se convirtió en una batahola hasta que dio inicio el segundo tiempo.

Para la segunda mitad, empezó la catástrofe mexicana, cuando Berg puso la pelota por fuera de las redes, pero luego vendría un arribo con un centro sueco en área mexicana que no pudo rematar Claesson, quien sacó una velita que sí prendió Augustinsson fusilando cruzado a Paco Memo Ochoa para el 1-0, que fue recibido como un baldazo de agua fría por los fanáticos presentes.

En el ambiente empezaban a verse caras largas y de preocupación, mientras en la cancha Suecia hacia un cambio obligado por lesión de Larsson.

Esa preocupación se acrecentó cuando Héctor Moreno cometió un penalti que discutieron los comentaristas del partido, pero no el árbitro Pitana, quien decretó la pena máxima, que convirtió Granqvist con un golazo desde los 11 pasos, al colocarla en la orquilla, imposible para el arquero mexicano.

El desaliento y la decepción apareció en los rostros de los asistentes, que veían cómo México en la cancha era impotente ante los vikingos del futbol, que impusieron su dominio en el terreno de juego, al tiempo que el nerviosismo crecía en la improvisada tribuna de Plaza Juárez, el cual era acrecentado por la narración de la televisión, cuyos comentaristas veían con angustia cómo era superado el cuadro tricolor y trataban de ahuyentar los viejos fantasmas que han perseguido en algunas ocasiones  al combinado nacional.

Al igual que en 1958, Suecia le repitió la dosis a México, que vio caer el 3-0 por una desafortunada jugada que partió de un saque de banda, pero que por intentar despejar, Edson Álvarez atacó mal el balón que se fue a propia puerta, para tristeza y nervios de los aficionados hidalguenses, que con el rosario en mano, ya empezaban a padecer el calvario de enterarse vía la misma transmisión, de lo que ocurría en el juego entre Corea del Sur y Alemania.

La tensión se respiraba en todos lados donde hubiera mexicanos, pues tanto en la pantalla, como en las tribunas de Rusia, los comentaristas, como la gente congregada en Rusia y la Plaza Juárez de Pachuca, desesperada, cruzaban los dedos para que Corea del Sur resistiera el embate de los alemanes, en la otra llave que se jugaba a la misma hora.

El juego ante Suecia estaba perdido y apenas si entusiasmaron los arribos de Carlos Vela y Javier Hernández para descontar, porque la hinchada estaba pendiente de lo que pasaba en el otro partido, cuyas noticias angustiaban a los presentes, pues Alemania se escuchaba volcada sobre el arco coreano, cuyo héroe –y el de México también- fue su guardameta Cho Hyun-Woo que le cerró la cortina a la ofensiva teutona.

Ante tanta angustia, al parecer las oraciones fueron escuchadas y desde el otro cotejo, llegó la noticia de un gol coreano, que fue festejado en Plaza Juárez dos veces, pues en principio fue anulado, pero gracias al VAR, el gol coreano fue dado por válido y celebrado como propio.

No obstante, la incertidumbre seguía, hasta que el batacazo del otro partido, con la segunda anotación de Corea del Sur, le devolvió el alma al cuerpo a los asistentes, que celebraron la segunda anotación coreana y con ello, el angustioso pase de México a la ronda de octavos de final.

Al final del cotejo, volaron algunos balones que fueron obsequiados a los asistentes, que salieron más tranquilos luego del obsequió coreano, ante una Alemania que no fue responsable con su historia futbolística y fue eliminado en la primera ronda de grupos, algo que no sucedía desde 1938.