Pensar en eliminar de tajo las aportaciones paternas a las escuelas durante las inscripciones sería colocar en serios problemas a los planteles, pues es de todos sabido que la luz, el agua, el teléfono, el jabón y cloro, y las reparaciones al inmueble, e incluso algunas mejores, se pagan con ese dinero.

Sin embargo, el tema del pago de cuotas de inscripción ha resultado polémico y reiterativo año con año: las autoridades educativas insisten en que no son obligatorias  pero en muchos planteles se instalan mantas informando a los padres de familia que para inscribir deberán presentar el comprobante bancario del pago de la misma, sin que se haga nada al respecto.

Si no pagaran cuotas de inscripción, no tendríamos siquiera agua para los baños, no podríamos hacer una llamada de emergencia sin teléfono, ni escobas para barrer”, se argumenta en los planteles.

Pero este año se ha dado un cambio que a mi consideración resulta importante: en algunas escuelas se inscribió a los alumnos sin cuota de inscripción, y será conforme avance el ciclo escolar, cuando en asamblea los padres de familia y los representantes de los mismos decida a cuánto ascenderá esta aportación.

En estas asambleas se rendirán informes detallados de lo captado en el ciclo escolar anterior y en qué fueron empleados los recursos; se elegirá o reelegirá –dependiendo del voto-, a la sociedad de padres de familia para el presente ciclo y se decidirá, en base a las necesidades, el monto a pagar por alumno.

Esto permitirá a los padres de familia –por favor, que asistan, suelen ser asambleas semidesiertas aunque posteriormente abundan las críticas-, tanto de nuevo ingreso como aquellos con hijos que ya cursaban estudios, votar y decidir.

Pero además, se pone fin a la práctica, a todas luces anticonstitucional –la educación en México debe ser laica, gratuita y obligatoria-, de condicionar la inscripción escolar al pago de esta cuota, que por cierto, se tasa más en base al prestigio o demanda del plantel que a las necesidades planteadas en concreto.

Pero además votarán los padres de reciente ingreso, lo que romperá posibles vicios o prácticas amañadas  de grupitos de poder dentro de los planteles, los que se propician precisamente por el poco interés –por causas justificadas, quizá-, de los padres a participar.

Por si fuera poco los padres de familia tendrán un tiempo de respiro entre los gastos de uniformar y equipar a sus hijos para el regreso a clases, antes de tener que realizar este otro desembolso, que en algunos planteles oscila entre los 500 y 700 pesos, equivalentes a casi una semana de trabajo de alguien que percibe salario mínimo.

Si esta medida surgió de las autoridades educativas, ¡felicidades! Si fue idea de algunos maestros y padres de familia de las escuelas que la aplicarán, ¡doble felicitación!

Cabe recordar que en México somos pocos los que pagamos Impuesto Sobre la Renta (ISR), pero en lo que se refiere a impuestos al consumo, como el IVA y el Impuesto Sobre Productos ¿Suntuarios? –combustibles y hasta alimento para mascotas, entre muchísimos productos más-, tenemos de los gravámenes más altos en América Latina.

Ojalá y el paso siguiente sea exigir a la Secretaría de Educación Pública (SEP), una reingeniería presupuestal que le permita asegurar que al menos la Educación Básica sea auténticamente gratuita. En zonas rurales la falta de recursos para vestir, calzar y aportar cuotas escolares origina que aún haya casos de niños y niñas que no asisten a la escuela.

Digo, mucho más ofreció en campaña Andrés Manuel López Obrador.

 

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