Hace seis años, que no iba a las zonas indígenas de Hidalgo a hacer algún proyecto de comunicación. Ahora con el financiamiento de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y la coordinación del Instituto Hidalguense de las Mujeres estamos enseñando a las y los jóvenes a hacer cortometrajes con sus teléfonos celulares con el tema: prevención del embarazo adolescente.

A través de un modelo de comunicación diseñado por Carmen Campos Montiel y yo, en tres días, ellas y ellos escriben el guión, producen su corto y pueden ver un primer corte.

Volver a las zonas indígenas de Hidalgo me sigue produciendo la misma sensación de cuando fui por primera ocasión, hace treinta años, que regreso en el tiempo a las condiciones de antes de la Revolución, habrá carreteras, escuelas, internet, pero las posibilidades de un real desarrollo humano y un bienestar general, siguen siendo casi nulas.

No es entonces, lo antes mencionado, lo que produce desarrollo humano, la carretera no sirve si no hay dinero para pagar el transporte que recorrerá ésa carretera, no funciona la escuela si no hay posibilidades de desarrollar los conocimientos adquiridos y recibir un muy buen sueldo por ello.

El internet no es de ninguna ayuda, si ha dejado de ser un espacio democrático y libre para ser captada por los peores intereses, por ejemplo para cumplir los deseos sexuales masculinos más primitivos.

Es decir y en pocas palabras deben cambiar las políticas de desarrollo, modificar la manera en que se mide el bienestar, para ir a lo individual, para hacer ésos esfuerzos que hace tanta gente, humanos, sí humanos y por supuesto romper con los roles y estereotipos de género.

Miren, en Huejutla, conocí a una joven de nombre Norma, quién se integró a los trabajos del cortometraje un día después, venía de Guadalajara, donde, durante sus vacaciones hace trabajo doméstico en varias casas y es cajera en un comercio, para pagarse lo estudios. Eso no sería necesario para ésa joven hidalguense, si no tuviera que pagar cuotas, uniformes, material didáctico, transporte, comida, habitación y sustento.

Pues sí la escuela, no está en su comunidad. ¡Carajo!, si no hubiera corrupción, si no hubiera simulación, si las y los que nos gobiernan realmente quisieran nuestro bienestar y no únicamente el propio.

¿Han pasado una tarde en Tepehuacán de Guerrero?, bueno, pues no pasa ¡Nada!, porque no hay ¡NADA!, no es casualidad entonces que ése municipio sea uno de los que presentan mayor índice de embarazo adolescente, lo único que hay y no es visible a simple vista es sexo, drogas y alcohol. Eso sí el crimen organizado ocupa aquellos sitios que el gobierno ha dejado abandonados.

No hay esparcimiento, no hay deporte, no hay lectura, no hay ¡NADA!, que aleje del vicio a las y los jóvenes. Eso sí bardas enormes con el mensaje de la diputada en turno que dice: ¡Ha sido un privilegio servirles!

 

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